No resulta fácil definir con precisión qué es la calidad de vida. Esta dificultad tiene una explicación lógica: cada persona tiene su propio criterio en relación con esta idea. Se trata de un término muy general y que se aplica a la vida en su conjunto en relación con la percepción de cada individuo. Es una noción eminentemente ambigua y subjetiva. La misma idea de calidad es discutible.
Sin embargo, se puede establecer una especie de esquema general que sirva como referencia en relación con este concepto.
Para tener un mínimo de calidad de vida es imprescindible tener las necesidades básicas cubiertas, entendiendo por ello el alimento, la vivienda y una cierta estabilidad económica. Hay también otro aspecto esencial: tener salud, ya que sin ella es realmente difícil alcanzarla.
La distribución del tiempo también es un factor determinante. Si alguien gana mucho dinero porque trabaja 12 horas al día durante 6 días a la semana, tiene poco sentido que pueda decir que tiene una calidad de vida.
La idea de placer es igualmente esencial. Tenemos obligaciones ineludibles, compromisos de todo tipo y, al mismo tiempo, momentos de ocio y entretenimiento. Éstos últimos tienen un especial valor, son los que otorgan un sentido cualitativo a la existencia.
Si bien el concepto que aquí analizamos tiene un claro componente subjetivo, hay algunos intentos para objetivarlo. Desde la sociología se propone medir la calidad de vida de las naciones. Para hacerlo, se presentan una serie de parámetros medibles: renta per cápita, kilómetros de carretera, número de médicos por habitante, consumo de ciertos alimentos y toda una serie de datos. Con el análisis de los mismos se pretende dar una idea aproximada del nivel de calidad de vida de un país.
Hay planteamientos totalmente opuestos relacionados con el sentido de una vida con calidad. Ciertas personas consideran que el lujo, el confort y los placeres sibaritas son los elementos que definen una auténtica calidad en la manera de vivir. En el otro extremo, hay quienes creen que unos hábitos sencillos y vivir sin ataduras es el modelo ideal.
Por último, se podría hablar de una imagen externa y superficial del concepto que aquí se analiza. Esta visión se fundamenta en el arquetipo del hombre rico: sin preocupaciones, rodeado de lujo, navegando en su yate y todo ello en un ambiente placentero y exclusivo.