Se denomina tiempo a una medida para dar cuenta de la duración cambios que experimenta cualquier aspecto del universo. El tiempo es una circunstancia intuitiva que se relaciona ineludiblemente con el cambio que experimentan las cosas y sus relaciones. Desde el punto de vista físico han existido diversas teorías que han dado cuenta de esta variable bajo presupuestos distintos. En la actualidad y gracias a la teoría de la relatividad, se considera que el tiempo es relativo y dependiente de otras variables como el espacio. Este tipo de planteos significó una verdadera revolución en el siglo XX y posibilitó la contemplación del universo bajo otros presupuestos que dieron una concepción más cabal de sus orígenes y sus procesos.
El tiempo permite ordenar los eventos en un eje que hace alusión un pasado, un presente y un futuro. El pasado da cuenta de los eventos ya acaecidos, el presente de los eventos que ahora están sucediendo, y el futuro a los eventos posibles que sucederán. En la mecánica clásica este tipo de planteo es absoluto para cualquier evento, queriendo significar con esto que dos observadores podrán clasificar a un determinado suceso como parte del pasado, presente o futuro de modo coincidente. No obstante, para la teoría de la relatividad este tipo de planteo es erróneo, siendo imposible un único modo de evaluar estos sucesos. Simplificando la cuestión, puede decirse que el tiempo guarda relación con el movimiento.
El tiempo fue motivo de medición desde la antigüedad, mediante elementos primitivos como el reloj de sol, que mide la variación de la sombra, o el reloj de arena, que calcula un lapso de tiempo en función del pasaje de un puñado de arena de un receptáculo a otro. No obstante, en la actualidad, la necesidad de que esta medición arroje datos precisos ha puesto manos a la obra a los mejores técnicos. EL reloj más preciso que puede encontrarse es el reloj atómico. De esta variante, existe una nueva invención que solo podrá atrasarse un segundo cada trescientos millones de años.
Es interesante dar cuenta de que para los griegos antiguos el tiempo era considerado una divinidad, circunstancia compartida por los romanos. En el primer caso se lo llamaba Cronos y en el segundo Saturno. Estaba destinado por un pacto que tuvo Con Titán a devorar a sus hijos. La circunstancia, ha sido considerada emblemática de los efectos del tiempo en los mortales. Sobre este tema existe un famoso cuadro de Goya, que ilustra la situación.