El teatro es un género literario cuya principal característica es la puesta en escena, por medio de la actuación, de una obra, explorando diversas acciones a instancias de un público que se hace presente. Con el paso de los siglos, ha ido adoptando diversos elementos que han enriquecido su concepción y ejecución.
Las obras representadas pueden ser aquellas concebidas desde su composición como tales y pertenecer al teatro propiamente dicho, o pueden pertenecer a otros géneros, como la narrativa, y ser adaptadas.
Elementos generales
En la actualidad, el género dramático se refiere a todas aquellas obras literarias que están hechas para ser representadas, a diferencia de la narrativa, que se centra en la sucesión de acontecimientos, y la poesía, que es mayormente descriptiva. En cuanto a trama, el teatro presenta una estructura similar al de la narrativa, existe un planteamiento, un desarrollo, un clímax y un desenlace; dependiendo de la época y el autor al que pertenezca la obra, esta puede presentar características más particulares, por ejemplo, se sabe que las tragedias incluirán, la mayoría de las veces, la muerte de uno o más personajes, de hecho, Shakespeare solía llevar a sus personajes a la muerte prácticamente al final de la obra.
Muchas de las características principales de este género pueden observarse a simple vista en el texto físico como: el uso de diálogos, los cuales están a lo largo de todo el texto y van encabezados por los nombres de los personajes; la lista de los personajes que intervendrán, que suele estar en las primeras páginas; la división de la obra en actos y escenas; las descripciones de la vestimenta de los personajes o de los escenarios; y las acotaciones, las cuales indican algunas acciones o gestos que realizan los personajes, estas suelen estar en letra cursiva y marcadas entre paréntesis, por ejemplo:
LEAR: (echando mano a la espada.)¡Vasallo! ¡infiel!
Todos los elementos mencionados permiten tener una idea más clara de cómo se espera que se represente la obra, de hecho, cuando se va avanzando en la lectura uno puede imaginar la puesta en escena del texto y cómo debería verse en la realidad; esa es la mayor característica de este género.
Ejemplos a lo largo de la historia del teatro
El teatro tiene su origen en los rituales de distintas culturas antiguas donde el baile, la representación de determinadas acciones y la indumentaria (vestimenta) tenían fines religiosos. Es el caso, por ejemplo, de la tragedia griega. Nacida de los cultos al dios Dionisio, deidad del vino y la festividad, la tragedia, perteneciente al género dramático, incorporó elementos rituales como el uso de huesos de animales y movimientos que aluden al jolgorio. Estos elementos, incluso, perviven en su nombre pues tragedia significa “oda al macho cabrío”. Cuando adquirió connotaciones de género literario, incorporó una serie de elementos que la distinguieron de la comedia, por ejemplo, la presencia de un oráculo o profeta que vaticinaba un destino terrible, el héroe trágico (personaje principal que a pesar de tratar de escapar de su destino lo cumple), el efecto catártico, entre otros. La tragedia ha sido considera por muchos estudiosos el subgénero mayor dentro del género dramático.
En la Edad Media, el teatro griego estaba prohibido y solo se permitían obras basadas en las sagradas escrituras. Sus lugares de representación podían ser las iglesias, los palacios y las calles. A pesar de estar basados en los textos bíblicos, la época medieval desconocía la naturaleza representativa del teatro por lo que se utilizaba, en su mayoría, como una especie de gramática para la enseñanza del latín. Para el teatro de la Edad Media, los grabados e imágenes de las iglesias funcionaron como escenarios.
En 1523, después de la conquista de Tenochtitlán, los misioneros franciscanos, principales encargados de la enseñanza de los indios, utilizaron el teatro como medio de evangelización. Estas obras, con profundo contenido religioso, se representaron en los atrios de las iglesias con el uso de ciertos recursos, a modo de escenografía, que causaron un profundo impacto en sus espectadores pues para ellos no existía la distinción entre realidad y ficción. Los temas más recurrentes de estas obras eran la trinidad, el nacimiento de Cristo, la hagiografía (vidas des santos), el juicio final, cielo y el infierno, etc.
Para los siglos XVI y XVII en España (Siglos de oro), el teatro adquiere tintes de reflexión en torno a la existencia humana debido a la influencia del barroco. Debido a esto, las obras teatrales en este periodo se conocen como autos sacramentales. Destacan las obras de Tirso de Molina y Pedro Calderón de la Barca quienes ahondan en el sentido de la vida. De hecho, Calderón es autor de dos autos sacramentales muy famosos y de gran repercusión para el pensamiento tanto de aquella época como de la actual: “La vida es sueño” y “El gran teatro del mundo”. Debido a la naturaleza del barroco, este tipo de teatro español está marcado por la ideología cristiana, sin embargo, también se cultivó un teatro menos profundo cuyo objetivo era deleitar y servir de entretenimiento, el dramaturgo más importante de estas corrientes fue Lope de Vega.
Para muchos estudiosos el teatro es una experiencia de la vivencia humana, y esta idea puede apreciarse en el trabajo de uno de los más grandes dramaturgos de la historia: William Shakespeare. Sus obras han tenido una notable influencia pues abordan los grandes problemas del ser humano, aquellos que marcan su complejidad, cada una de ellas profundiza en la angustia del ser y las consecuencias que dicho sentimiento puede provocar según las decisiones tomadas por los involucrados. Por ejemplo, en la obra “Otelo”, el personaje principal del mismo nombre, a pesar de ser un hombre ecuánime y justo, se deje llevar por los engaños de Yago volviéndose loco de celos; esta condición lo lleva a matar a su esposa. Para muchos críticos, la influencia de Shakespeare es tal que su teatro isabelino (teatro producido en tiempos de la reina Isabel I) está a la altura del teatro griego y del siglo de oro.