El drama como en su carácter de género literario se divide en dos categorías, tragedia y comedia, diferenciándose, en esencia, por el nivel de profundidad y la dinámica respecto de la seriedad del desarrollo, entre una preocupación latente que fielmente puede retratar una posible realidad y una trama ligera-descontracturada que se permite jugar con cualquier suceso, respectivamente, no obstante, en todos los casos implica la representación de acciones y situaciones de complejo carácter humano, cuyas obras originalmente marcaban trascendencia una vez que eran expuestas en espacios físicos a los en la antigua Grecia se denominaban anfiteatros: una suerte de escenarios al aire libre con gradas para los asistentes.
Como en la actualidad, había actores encargados de encarnar a los distintos personajes y también se apoyaban de ciertos elementos como, por ejemplo, la vestimenta. Esto marca una relación intrínseca entre las piezas dramáticas y el alcance de su manifestación artística, forjando una tradición sociocultural que se intenta preservar en el tiempo.
En la Grecia antigua se cultivaron tres géneros literarios: épico, lírico y dramático. Su importancia es tal que puede considerarse que a partir de estos tres derivaron los géneros actuales: la narrativa, la poesía y el teatro respectivamente.
Elementos en la tragedia, sobre el ejemplo de Edipo rey de Sófocles
El nombre tragedia viene de las raíces griegas tragos, que se traduce a macho cabrío y oda, en virtud de canto, por lo que podría traducirse como canto al macho cabrío. Este nombre tan peculiar hace referencia a los orígenes de la tragedia como representaciones al dios griego Dionisio, deidad del vino y las festividades. En las celebraciones dedicadas a él, las personas que participaban se colocaban, a modo de indumentaria, cornamentas (huesos de animal), particularmente el cráneo, de un macho cabrío. Hay que destacar que este aspecto religioso es muy significativo pues lo que hoy conocemos como teatro tuvo mucho de su origen en los rituales de distintas religiones antiguas. En su Poética, que podría considerarse uno de los primeros textos sobre cómo estudiar literatura, Aristóteles analiza la tragedia. Para él, la tragedia es un género de mayor importancia que la comedia pues, a diferencia de esta, imita las acciones de seres superiores: reyes y semidioses.
La tragedia tiene una serie de elementos que la caracterizan como tal. En primer lugar, necesita la presencia de un héroe trágico. Este es el personaje principal a quien se le vaticina (profetiza) un destino terrible. El oráculo, una especie de sacerdote o profeta, es el encargado de anunciar este augurio. El héroe buscará evitar el destino que se ha profetizado, sin embargo, este deberá cumplirse.
Un ejemplo claro es lo acontecido en la tragedia Edipo rey de Sófocles. En ella, el oráculo profetiza que el rey Layo será asesinado por su propio hijo. Para evitar esto, se deshacen de su hijo abandonándolo en las montañas. Sin embargo, Edipo es rescatado y criado por los reyes de Corinto. Cuando crece, se le comunica la misma profecía y decide dejar Corinto para evitar matar a Polibo, a quien considera su verdadero padre. En unos de sus viajes, se topa con un grupo de personas con quienes pelea hasta asesinarlos. Sin saberlo, dentro de ellas se encontraba su padre, el rey Layo. Cuando se entera de esto, Edipo se arranca los ojos y se exilia de su propio reino. Como puede observarse, por más que Edipo y sus padres buscaron evitarlo, el destino de estos se cumplió.
Una característica importante del héroe trágico es que mantiene su postura de principio a fin. Al inicio de esta tragedia hay una peste que ha caído sobre Tebas; Edipo, rey de este lugar, manda llamar al oráculo para saber cómo salvar a su pueblo. El oráculo le dice que la peste es un castigo debido a que el asesino del rey anterior, Layo, no ha sido capturado, por lo que Edipo jura encontrar al asesino y castigarlo. Después de realizar la búsqueda y hacer conclusiones, Edipo descubre que fue él quien mató al rey y para mantener su palabra, Edipo y se flagela a sí mismo por el crimen cometido. El concepto de héroe en la tragedia radica en estos dos aspectos: recibir el augurio de un destino terrible y el mantenerse íntegro de principio a fin. Para los griegos, el concepto actual de héroe no existía.
Otro elemento es el coro. Conformado generalmente por voces femeninas, el coro juega un papel fundamental en el desarrollo de la historia pues puede relatar muchas de las acciones de la obra, ofrecer una reflexión o punto de vista sobre ellas o lamentar los hechos que llevan a la terrible conclusión del héroe o de otros personajes. En este sentido, el coro podría considerarse como un personaje más; sin embargo, su función principal es ayudar al público a seguir el hilo de los acontecimientos.
Por su parte, se destaca la catarsis, un elemento didáctico que permitía generar un impacto emocional en el público a partir de las acciones representadas. Con ellas, se buscaba que los espectadores quedaran consternados por determinadas acciones y evitaran cometerlas en la vida real debido a las consecuencias que habían visto durante la representación de la tragedia.
¿Cómo se caracteriza y diferencia la comedia?
Considerado por Aristóteles como un género menor, la comedia también está relacionada con las fiestas en honor al dios Dionisio. A diferencia de la tragedia, que imita a reyes y semidioses, la comedia se centra en imitar los vicios y defectos de personas comunes. Su intención era criticar la conducta humana a partir de la exageración de dichos defectos y es por ello que Aristóteles llegó a considerarla por debajo de la tragedia, pues recurría al vulgo. En sus inicios, la comedia no debía parecerse de ninguna forma a la tragedia, pues, mientras que esta última destacaba por su formalidad en la presentación y la verosimilitud de las situaciones representadas, la comedia, por otro lado, era presentada de manera informal y se basaba en situaciones ficticias, tanto, que podían llegar al absurdo y no había problema con ello.
No existe mucha información en cuanto a la comedia de la antigua Gracia debido a que esta no fue documentada desde sus inicios justamente por el poco valor que se le otorgaba y, probablemente, por la pérdida de los pocos escritos dedicados a ella.
El autor más conocido de comedias griegas es Aristófanes quien, con obras como Las nubes, presenta una postura conservadora en la que muestra a Sócrates como culpable de inculcar en sus discípulos las ideas más insensatas; o con La asamblea de las mujeres en la que se hacen críticas al gobierno ateniense de esa época y se pone en ridículo la imposición excesiva de la democracia, además, también pueden encontrarse en ella temáticas de género de aquel tiempo.
Es posible observar que, al igual que la mayoría de la literatura griega, tanto la tragedia como la comedia tenían fines didácticos pues buscaban dejar enseñanzas en sus espectadores y que, aunque se oponen la una a la otra, al mismo tiempo resultan complementarias por la representación y descripción de la naturaleza humana.