El adjetivo literario se aplica a la creación narrativa en cualquiera de sus manifestaciones. La literatura es un arte y tiene géneros diversos a través de los cuales expresa belleza, ideas y sentimientos.
No hay un consenso claro sobre qué se puede calificar como literario. Considerar una obra como tal depende de muchos factores: la subjetividad del lector y de los críticos literarios, la calidad técnica de una composición e incluso el contexto cultural en el que aparezca la obra creativa.
Los géneros literarios son las distintas maneras de transmitir mensajes con una dimensión artística. Cada género tiene su propia personalidad y una singularidad literaria. La poesía generalmente hace hincapié en los elementos estéticos del lenguaje, por lo que se utilizan con frecuencia las figuras retóricas que permiten embellecer las palabras y las ideas ( hipérbole, metáfora, metonimia, perífrasis… ).
La novela comunica su valor literario con otro tipo de estrategia: la descripción precisa, la estructura narrativa, la atmósfera que crean las palabras, el estilo y toda una serie de recursos técnicos.
El teatro es un género que igualmente manifiesta un evidente sentido creativo, con la particularidad de incorporar elementos que complementan y enriquecen el texto literario: vestuario, ambientación, iluminación, así como otros componentes.
Además de los tres géneros mencionados, existen otras variantes de la literatura: el guión, algunas propuestas periodísticas, el ensayo, la biografía o el género epistolar. Todas las variables posibles de literatura tienen un valor o una calidad determinada. Hay un debate permanente e inevitable sobre ello, en el cual intervienen los lectores, los críticos y los académicos, quienes dan su valoración sobre una creación determinada. A pesar de las opiniones enfrentadas, cuando un texto tiene los ingredientes adecuados suele haber un cierto consenso sobre su validez y calidad literaria.
El concepto de esta entrada no se limita a los distintos géneros, subgéneros y al valor literario de un texto. También se emplea en otros ámbitos relacionados con la literatura: la figura del agente literario, los premios o certámenes literarios e incluso se habla de una atmósfera y un estilo literario que puede presentarse en las calles de una ciudad o en un lugar que evoque alguna dimensión de la literatura ( las casas de los escritores, algunos museos, las bibliotecas, las librerías o algunos cafés donde se reúnen escritores para hacer una tertulia.