Una roca es un elemento abiótico de los ecosistemas que forman la naturaleza que nos rodea. Son aquellos cuerpos a los que de manera muy frecuente solemos denominar con el nombre de “piedra”.
¿Qué son entonces estas rocas? Se forman a partir de la asociación de varios minerales, que tienen una composición química que es variable. De este modo, la roca se define como un cuerpo heterogéneo (porque tiene varios minerales), pero a su vez también es inorgánico y es finalmente natural. Su formación responde a un proceso o fenómeno geológico determinado, que tras un cierto período de tiempo culmina en la formación de dicho cuerpo: la roca.
Pero también, las rocas están expuestas a cambios de manera constante y continua, como resultados éstos de acciones de otros elementos o agentes que intervienen en el ciclo litológico, donde los seres vivos aparecen también como elementos intervinientes.
Así, la roca puede verse afectada por la acción del contacto con el agua o con el viento, que erosiona y pule su integridad, como así también de los seres humanos que pueden afectar también su integridad, como a través de fricciones, fisuras o roturas. En esa interacción, así como todos los elementos bióticos y abióticos componentes de un ecosistema, las rocas también sufren modificaciones, transformaciones y alteraciones.
Dentro de una clasificación general de rocas, encontramos las rocas poliminerálicas, que como lo indica el prefijo –poli, significa que en su composición se encuentran cristales de más de una especie de minerales. En cambio, las ocas monominerálicas (y tal como lo indica el prefijo –mono), están constituidas por cristales de un solo mineral.
A su vez, dentro de la clasificación de los minerales que pueden componerlas, encontramos a los minerales esenciales, que son aquellos que son característicos en la composición de una roca, es decir, los que se encuentran en mayor cantidad o los que abundan más en su composición. Por otra parte, se encuentran los minerales accesorios, que son aquellos los cuales aparecen siempre en una proporción mucho menor respecto de los minerales esenciales.
Por último, nos referimos a los dos grandes tipos de rocas que podemos encontrar: las rocas ígneas, que se forman a partir del magma y de gases disueltos en el ambiente que luego, a partir de un proceso de solidificación, se convierten en una roca.
Por otra parte, encontramos las rocas sedimentarias, que se forman a partir de desechos de partes de otras rocas, que han sido destruidas o fisuradas parcialmente por acción del agua, viento, hielo u otros fenómenos físicos.