Cuando leemos estamos asimilando una información sobre un tema. Vamos girando las páginas de un libro y seguimos una trama, que puede ser de cualquier género literario, de ficción o de no ficción. En algunos casos, al final del texto de una página, aparece una información normalmente breve: el pie de página.
Desde un punto de vista organizativo el pie de página tiene dos posibilidades: situarlo al final del texto o reunir al final del libro todas las notas. La elección de uno u otro enfoque dependerá del volumen de referencias o de las normas de estilo de la editorial que publica el libro.
Se trata de una información complementaria y que pretende ser útil al lector. Éste se encuentra con una frase breve precedida de un número o un asterisco que, a su vez, aparece en el margen superior de la palabra en el texto para que sea fácil relacionar el pie de página con su origen.
El tipo de comentarios o aclaraciones del pie de página puede ser muy diverso. Hay notas del traductor ( se indican con las siglas N. del T. ) en las que se aclara o matiza la traducción de una palabra o expresión. Se incorpora un dato complementario ( una fecha, una referencia concreta o información bibliográfica ). Hay referencias a otras obras del autor, guiños literarios al lector y, en definitiva, toda aquella información que el autor considera relevante. Cada creador tiene un criterio propio sobre su uso, algunos son muy partidarios del mismo y otros no lo utilizan nunca.
En las obras de ficción las notas a pie de página son infrecuentes, porque el tipo de obra no requiere de esta modalidad de recurso técnico. En cambio, si la obra es de no ficción ( un ensayo o una monografía ) sí es muy habitual su utilización. El pie de página es una información muy necesaria en estos casos, donde lo técnico prevalece sobre lo literario y, en consecuencia, es preciso aclarar, matizar o especificar.
La principal función de la nota a pie de página es explicar el origen de una fuente informativa. De esta manera, el lector sabe de dónde procede la información. Se considera que un uso excesivo es poco indicado, puesto que dificulta y ralentiza la lectura. Lo conveniente es utilizar este tipo de información cuando es pertinente y totalmente necesario. No hay que olvidar que toda obra tiene la intención de ser leída, y es preferible que la lectura sea cómoda y sin un exceso de distracciones, solamente aquellas que sean imprescindibles.