La decepción es esa herida en el corazón que experimentas cuando tras haber depositado altas expectativas en una situación o en una persona, la realidad rompe con ese ideal que habías imaginado dejando un amargo sabor de vacío. De hecho, esta es la principal causa de la decepción.
Efecto de la desilusión
Por tanto, cuando nos ocurre esto somos nosotros los que nos ponemos la trampa a nosotros mismos al adelantarnos a cómo nos gustaría que fuesen las cosas en realidad, dando por hecho que deben ser así y no pueden ser de otro modo. Y, sin embargo, estas expectativas son las que se vuelven en contra porque la vida no se puede planificar al milímetro.
Sin embargo, la decepción también se produce por el desencanto que produce haber depositado confianza en una persona y comprobar que esa persona ha roto tus ilusiones. Es decir, en el plano del amor, la decepción sentimental muestra la paradoja del corazón cuando una persona ilusionada recibe indiferencia a cambio. Entonces, también se produce la decepción afectiva. Lo mismo ocurre cuando alguien juega con tus sentimientos.
Experimentas decepción cuando hay un hecho que te duele y rompe con una ilusión que tú habías depositado en ese aspecto. Existen grados de decepción muy diferentes. Cuando la decepción es importante puede ir acompañada del enfado. De hecho, muchas amistades se rompen por una decepción que no ha sido resuelta.
Efectos de la decepción
La decepción muestra la existencia de un hecho que produce una herida interior, es decir, hiere los sentimientos de la persona por ir en contra de lo deseado o esperado. La decepción también es un hecho que experimentas cuando una persona actúa de una forma que rompe con un valor que tú consideras importante. Por ejemplo, cuando un amigo te miente.
La decepción produce una herida interior. Pero en ocasiones, se convierte incluso en una coraza que la persona pone para protegerse de nuevos sufrimientos. Es decir, algunas personas que han sufrido muchas decepciones, se encierran en sí mismas y desarrollan un carácter amargo.
Por el contrario, quienes tienen inteligencia emocional viven la decepción con más naturalidad. Es decir, experimentan el malestar temporal que produce, pero pasan página de lo ocurrido para continuar poniendo el foco de atención en un objetivo distinto del propio que provocó la decepción.
Porque después de una decepción, del tipo que sea, es importante pasar página y no quedar enredado en el pasado.