Se denomina inteligencia a la capacidad para resolver problemas utilizando creativamente recursos para la creación de soluciones. Desde esta perspectiva, la inteligencia corresponde a la posibilidad de agregar valor por parte de un individuo a sí mismo o al grupo social en el que se desenvuelve. No obstante, el concepto de inteligencia ha sido ampliamente debatido y puesto en duda por distintas corrientes que intentan dar cuenta de cuál es el proceso que deriva en una mayor potencialidad en este sentido. Así, la dificultad para dar cuenta de una medida para esta cualidad ha derivado en numerosas reflexiones.
Uno de los parámetros más utilizados para evaluar la inteligencia de una persona es el denominado coeficiente intelectual. Este se elabora en función de un conjunto de test a que arrojan resultados a interpretar. Este método fue utilizado por vez primera en el año 1912 por el psicólogo alemán William Stern en un intento de dar puntaje a distintos test de inteligencia desarrollados por predecesores para aplicárselos a los niños, a fin de poder realizar comparaciones. El método se fundaba en una división entre edad cronológica y edad mental, haciendo una división entre esta y aquella para luego hacer una multiplicación por cien. En la actualidad el método ha sufrido algunos cambios, pero suele considerarse que los valores superiores a 100 se encuentran por encima de la media, mientras que los valores inferiores a ese número se encuentran por debajo de la misma. Puede observarse en llos tiempos presentes que existe un incremento en los valores arrojados por la población, circunstancia que fue registrada con interés por el investigador James R. Flynn y que agrupa una controversia detrás, en la medida en que existe el interrogante de si realmente existe un aumento de habilidades.
Muchas observaciones relacionaron los resultados del coeficiente intelectual de los niños con el de sus padres, quedando la duda de si depende de un ambiente propicio o de cuestiones hereditarias. Lo cierto es que hoy en día existen muchas impugnaciones al susodicho método. Una investigación que involucra a la Universidad Western de Canadá y al Museo de Ciencias de Londres afrontaron un gran estudio sobre el tema, llegando a la conclusión de que los métodos seguidos para determinar el cociente intelectual son extremadamente engañosos en la medida en que no toman en cuenta la naturaleza compleja de la inteligencia humana, siendo imposible determinar con algunas pruebas una única medida de inteligencia. Es por ello que nuevas tendencias suelen dar más importancia a evaluaciones que integren otros aspectos de la personalidad antes dejados de lado, como por ejemplo la sociabilidad, la empatía, etc.