Ocurrente es un adjetivo que se utiliza para referir a personas o expresiones que se caracterizan por su originalidad, por el hecho de implicar algún tipo de novedad. Así, una persona ocurrente, por ejemplo, es una persona que continuamente trae a colación nuevas ideas, nuevas formas de ver las cosas. En determinados contextos, ser ocurrente también puede ser sinónimo de ser gracioso o entretenido, justamente por este tipo de condición de originalidad que llama la atención. El hecho de ser ocurrente se valora por el hecho de sacar a la discusión de un círculo cerrado de posibilidades, circunstancia que es de enorme importancia para algunos tipos de actividades.
En los últimos años se ha comenzado a valorar enormemente la creatividad como fuente de posibilidades económicas, laborales o sociales. Esto implica que más allá del conocimiento técnico que pueda tenerse, la posibilidad de gestionar los recursos con los que se cuenta de un modo novedoso, fuera de lo común, de manera creativa, tiene una enorme relevancia. En este sentido se orienta la propuesta del denominado pensamiento lateral, valorando las maneras poco ortodoxas de afrontar las dificultades, los problemas o desafíos que nos proporciona la experiencia cotidiana, el estudio o el trabajo. Desde esta perspectiva, la ocurrencia es una gran virtud, porque permite que se analicen nuevas opciones a la hora de proceder.
No obstante, a pesar de la valoración reciente que un tipo de personalidad ocurrente pueda tener, lo cierto es que en el ámbito del arte siempre fue una gran característica. Todos conocen el denominado síndrome de la página en blanco, el problema que suele atacar a los escritores de ficción cuando quieren desarrollar una historia y se ven imposibilitados para ello. Así, estos problemas pueden verse como enormemente limitantes puesto que impiden que la creatividad y la imaginación fluyan en un contexto en el que son vitales.
Si se necesita mejorar esta condición (y en ciertos trabajos puede ser muy necesaria), una forma de proceder es tomar nota de personas que lograron una posición de renombre por el hecho de tener actitudes desestructuradas y poco ortodoxas. Se verá que este tipo de personalidades tomaron decisiones que en su momento fueron difíciles de comprender, pero que con el tiempo se echó luz sobre el hecho de que eran perfectamente racionales y con sentido. Sin lugar a dudas que en estos casos el hecho de ser ocurrente hizo una notoria diferencia, utilizándose un modo de lidiar con los problemas que es poco habitual.