La imaginación es la capacidad propia del ser humano de proyectar situaciones, ideas o pensamientos que no encuentra en la realidad y puede construirlos en su mente, combinando sí elementos reales. A pesar de que podemos asociarla a las expresiones artísticas o a la invención, la imaginación es una facultad que explotamos cotidianamente, casi más de lo que podríamos suponer, puesto que es innata al ser humano.
Como decíamos, la imaginación es un proceso que se desarrolla en la psiquis humana y tiene como objetivo principal la suposición o la creación de nuevas realidades, situaciones o sucesos.
En un plano cotidiano, un ejemplo podría ser cuando alguien recién egresado de su escuela, imagina o proyecta un posible camino de vida, y establece sus prioridades de acuerdo a cómo se imagina, a como se ve desde ese momento a diez años. Proyectando a diez años, puede imaginarse estudiando y luego siendo un profesional reconocido en su campo de estudio, o puede imaginarse con un trabajo modesto pero que lo satisface y le permite mantener a su familia con dos hijos, tal como se lo planteó.
O por ejemplo cuando tenemos una cita con alguien, ya sea amorosa, de trabajo o por una posible beca de estudio, e imaginamos cómo podría desarrollarse, y a la vez preparamos algunas posibles respuestas o conversaciones para realizar en el momento.
Si a esto lo maximizamos, claro que encontramos a esa imaginación que nosotros conocemos ligada a los artistas. Pensemos en quienes son escritores, y relatan/narran historias que podrían o no haber sucedido en la realidad, pero en la cual deben volcar parte de su imaginación: ninguna historia puede ser contada como tal, y por más que verdaderamente haya ocurrido, la cuota de imaginación del escritor es necesaria, de otro modo jamás lograría transmitir de manera adecuada una historia a sus lectores.
Quizás el exponente más imaginativo sea la literatura o el cine de ciencia ficción, o el género sci fi (por la palabra science fiction, en inglés), donde elementos que no pertenecen a nuestro mundo real se unen con el mundo real y obtenemos seres, procesos y situaciones que podrían, o no, suceder verdaderamente en un futuro. De todos modos, nada tienen que ver con la esperanza de una visualización de lo que podría ocurrir en el futuro, ni tienen el objetivo de ser previsoras o proféticas. Un caso donde sucesos que no existían en ese entonces, con objetos que tampoco lo eran, son las historias del escritor Julio Verne, quien escribió obras como “la vuelta al mundo en ochenta días”, o “30000 leguas de viaje submarino”, y sucesos como los descriptos en sus obras muchos años después fueron reales y posibles.