Sin duda alguna, la limpieza es uno de los actos más importantes para asegurar una buena calidad de vida en todos los espacios que uno puede frecuentar diariamente y que van desde el espacio doméstico hasta el laboral, pasando por los espacios públicos, etc.
Definir la limpieza es fácil, llevarla a cabo no tanto
Todos sabemos qué es la limpieza y su definición nos resulta fácil: la limpieza es la acción de limpiar, higienizar y mantener salubre un lugar en el que podemos habitar o pasar tiempo. También es el acto mediante el cual nos higienizamos como seres vivos que transpiran, se ensucian, están expuestos a diferentes partículas externas, etc.
La limpieza, en cualquiera de los dos casos, es parte vital de la buena calidad de vida porque significa eliminar del ambiente o de nuestro cuerpo todos los gérmenes, bacterias y virus que puedan estar cerca de nosotros, además de limitar la presencia de polvillo o cualquier otro elemento contaminante que nos complique la salud. Sin embargo, la limpieza puede llevar mucho tiempo y por eso en nuestras sociedades tan estresadas y apuradas, nunca es una opción divertida.
La variedad de productos de limpieza sirven para facilitar nuestra vida, ¿no es así?
Aunque puede parecernos que la variedad de productos disponibles para limpiar nuestra casa, los espacios en los que pasamos tiempo o incluso nuestro propio cuerpo sirven y ayudan a realizar una limpieza más completa y rápida, la realidad es que las sociedades consumistas en las que vivimos nos llevan casi inconscientemente a necesitar productos que muchas veces terminan generando más problemas o que incluso pueden llegar a ser peligrosos.
Por otro lado, muchos expertos señalan que productos químicos tales como los que usamos en nuestro cabello, algunos tipos de jabones o los mismos productos de limpieza más básicos como la lavandina, pueden generar lesiones de superficiales a profundas si son utilizados en exceso, sin cuidado o entran en contacto con pieles sensibles o el aparato respiratorio.
La limpieza como una enfermedad
Como ya sabemos, ser limpios y vivir en ambientes salubres, sanos y seguros en cuanto a la higiene no hace más que sumar a nuestra calidad de vida. Sin embargo, es común encontrar personas que sufren de obsesiones y compulsiones con la limpieza que pueden fanatizarlos con determinadas prácticas.