Llamamos grande o pequeño a todo aquello que tiene un tamaño determinado. Esta consideración depende de algún tipo de comparación. Por ejemplo, el elefante es muy grande si lo comparamos con la mayoría de animales, pero es bastante menor si lo comparamos con los dinosaurios del pasado. La cuestión del tamaño no siempre se refiere a cosas medibles de una manera objetiva, ya que desde un punto de vista moral o espiritual las personas y las cosas también pueden ser grandes o pequeñas.
La grandeza personal está asociada a un conjunto de cualidades poco habituales en la mayoría de personas
La empatía, la nobleza de espíritu, la seguridad en uno mismo y la capacidad de sacrificio por los demás son algunas de las cualidades que definen la grandeza de algunas personas. Frente a la grandeza humana hay una serie de ideas opuestas que expresan la mezquindad del hombre, como el egoísmo, la avaricia, la envidia, el rencor o la mentira.
Personajes como Jesucristo, Gandhi o Martin Luther King son considerados grandes hombres porque dedicaron su vida a los demás y no buscaron el éxito personal. Todos ellos tuvieron una dimensión humana extraordinaria: Jesucristo trasmitió un mensaje basado en el amor, Gandhi defendió sus ideales con pasión y renunciando a cualquier forma de violencia y Luther King luchó por la libertad y la dignidad.
La miseria humana es la antítesis de la grandeza de espíritu
El hombre mezquino o miserable es aquel que piensa en sí mismo por encima de todo. Es alguien que solamente actúa en función de los beneficios que va a obtener. Para él o ella el éxito individual es su único objetivo y el mundo se divide en ganadores y perdedores. La persona con grandeza es magnánima, tiende a la compasión, tiene en cuenta a sus semejantes y es capaz de sacrificarse por ellos.
La dimensión patológica de la grandeza
En términos coloquiales se habla de los delirios de grandeza y en un lenguaje más culto esta inclinación se conoce como megalomanía. El megalómano tiene un trastorno mental y por este motivo cree que es alguien con unas cualidades extraordinarias.
Un individuo soberbio y se puede ver a sí mismo como un salvador de la patria o un mesías. Está convencido de que los demás son personas inferiores y lo que deberían hacer es seguirle fielmente en sus proyectos. Sus fantasías delirantes le convierten en un narcisista lleno de ambición y afán de poder. Se cree que algunos personajes históricos han padecido esta patología, como Napoleón, Calígula, Stalin, Hitler o Gadafi.