Una palabra vinculada directamente con el mundo de la política, casi desde los comienzos de la historia humana, ‘dinastía’ se convierte en un término muy importante y significativo a comprender para conocer correctamente el proceso de un fenómeno político.
Etimología del término desde un punto de vista histórico
La palabra dinastía proviene del griego antiguo, idioma en el cual el término correspondiente es dynasteia. El mismo se ha usado para representar la idea de dominio o de poder y es por eso que siempre ha estado ligado a fenómenos de tipo político.
La dinastía podría ser entendida básicamente como un conjunto de gobernantes que están en el poder a través de lazos de parentesco de mayor o menor cercanía, y con ello, todos los vínculos, correspondencias, prioridades y protocolos que surgen de manera legitimizada para acceder al poder, a cargos políticos, al gobierno, etc.
La dinastía como método de legitimación del poder
El concepto de dinastía, tal como ha sido explicado, ha servido para legitimar el poder de determinadas personas o familias que han buscado acceder a él y, especialmente, mantenerse allí una vez que lo han logrado. Usualmente, el término de dinastía se asocia a los reyes europeos, donde la monarquía ha reinado por varios siglos. Sin embargo, el concepto puede ser rastreado mucho antes si tenemos en cuenta que desde la Antigüedad existió el paso del poder y de los cargos públicos entre los gobernantes.
Tanto en el antiguo Egipto como en los pueblos mesopotámicos, podemos hablar de dinastías reales que gobernaron pasando el trono o el poder de padre a hijo como forma de legitimación y como una forma de separación social que permitiera establecer la primacía de ciertos grupos sobre otros. Esto ha sido una de los tantos modos en los que la sociedad se ha ido volviendo más y más compleja, en este caso desde el punto de vista político.
El traspaso del poder
Uno de los aspectos más importantes que giran en torno al concepto de dinastía tiene que ver con el traspaso de poder. Así, cuando la dinastía está en pleno funcionamiento, el sistema para heredar el poder es claro y se establece de manera organizada. Pero cuando una dinastía se termina o entra en crisis, la sociedad y especialmente los grupos sociales más poderosos se reajustan a esa realidad, lo cual muchas veces puede llevar a guerras civiles o enfrentamientos militares entre las posibles casas reinantes a futuro.