El derecho romano comprende, no sólo el ordenamiento jurídico que tuvo lugar a lo largo de la historia de Roma, sino también las ideas y experiencias surgidas desde el momento fundacional de la ciudad hasta la disgregación del Imperio tras la muerte de Justiniano.
La importancia del derecho romano
Una de las principales características de la expansión del Imperio Romano por todo occidente y parte de oriente es que no se limitó a la mera conquista territorial, sino que llevó a cabo un proceso de colonización mediante el cual impuso sus usos y costumbres a todos los habitantes del Imperio. En esta labor de “romanización” el derecho jugó un papel fundamental, siendo determinante a la hora de establecer las normas por las que se regían las relaciones humanas de aquella sociedad. Pero además, el derecho romano también tuvo enorme importancia a la hora de aportar nuevos conceptos que anteriormente no existían en estas comunidades, presentando autoridad y libertad no como términos contrapuestos, sino complementarios.
De esta manera, el estudio del derecho romano resultó decisivo para entender la evolución de la mentalidad europea, proporcionando una serie de herramientas que aún a día de hoy son útiles para los juristas modernos. Y es que, en muchas ocasiones, los actuales juristas encuentran en las fuentes romanas y su metodología la solución para alcanzar una perfecta interpretación de la normativa vigente.
Preceptos fundamentales del derecho romano
Ulpiano, importante jurista romano, resumió en tres los conceptos por los que debía regirse la sociedad romana y por ende su derecho: no dañar a nadie, vivir honestamente y dar a cada uno lo que le corresponde.
Así, cuando se habla de no hacer daño a nadie en el derecho romano se hace hincapié en que las leyes deben recoger la protección a personas y bienes, estableciendo los mecanismos suficientes para evitar los daños o, si se producen, restañarlos. Mientras que la referencia al vivir honestamente hace referencia a la importancia que tiene el derecho romano como vehículo garantista de la honestidad y las buenas costumbres, estableciendo las sanciones adecuadas para todos aquellos que tuvieran un comportamiento contrario al mencionado “Honestae Vivere”.
Finalmente, el tercer precepto de Ulpiano, parte de la idea de que todo aquel que cumple lo dispuesto en la ley está dando a cada cual lo que le corresponde
O dicho de otro modo, la intención de la justicia no debe limitarse solamente al respeto de los derechos sino que también debe ser capaz de establecer qué prerrogativas corresponden a cada miembro de la comunidad.