Una contravención es una violación de una determinada norma que tiene un carácter menor y que por lo tanto es insuficiente para calificarla como delito. De esta manera, es imposible que una contravención prive a una persona de la libertad; a lo sumo se procederá a imponer una multa que implique una toma de conciencia. Las contravenciones nunca serán aplicadas a circunstancias graves, sino que tienen que ver ante todo con la responsabilidad que se tiene al formar parte de una sociedad; es por ello que desde el punto de vista del derecho no forman parte de lo que se denomina derecho penal común.
Una sociedad genera normas que son de cumplimiento obligatorio para los miembros que la integran. Este tipo de generación normativa se lleva a cabo mediante los mismos principios que dicha sociedad eligió, circunstancia que de alguna forma da cuenta de la legitimidad de las mismas. No obstante, la transgresión de estas normas no siempre tiene el mismo grado de importancia. En efecto, existen algunos casos que implican la generación de un mal a terceros difícil o imposible de reparar; por otra parte, también es posible que dicho mal sea fácilmente subsanable y que sus consecuencias no excedan más que una molestia.
Desde la perspectiva planteada es que se distinguen los delitos de las contravenciones. Esta distinción no hace más que separar lo que es un mal que requiere de medidas drásticas para su tratamiento de lo que es un mal menor que puede solucionarse con facilidad si existe la cooperación de aquel que lo causó. En el segundo caso no existirán más que actitudes o acciones que hayan puesto en entredicho momentáneamente el orden público, que hayan significado algún tipo circunstancia indeseable pero fácilmente solucionable. No obstante, dicha transgresión también demandará alguna acción correctiva, aunque por supuesto de menor orden.
Es de esperarse que además de la existencia de pequeñas sanciones, también existan determinados mecanismos que sirvan como disuasión para dichas transgresiones. En este sentido, la educación también es de enorme importancia. En efecto, todos tienen una idea cabal de aquellas acciones que significarían realmente un mal de relevancia, pero esto no siempre es igual con la elusión de pequeñas obligaciones. Dicha circunstancia se explica ante todo por el hecho de que dichas obligaciones en ocasiones son extremadamente puntuales. Así, por ejemplo, hacer una mala maniobra con el auto, tomar alcohol en un lugar público o deambular vestido de alguna manera en ocasiones pueden ser actitudes que la gente no toma en cuenta.