La palabra salmo es de origen griego y significa tocar un instrumento y al mismo tiempo cantar, aunque el pueblo hebreo le dio el significado de alabanza. Un salmo es un poema religioso cuya finalidad es venerar a Dios. Normalmente estos poemas se convierten en cantos y forman parte de la liturgia en las iglesias.
Las dos religiones más estrechamente relacionadas con los salmos son la cristiana y la judía. De hecho, el Antiguo Testamento es un texto compartido por ambas religiones y en el cual aparecen cinco libros de salmos, que forman un total de 150. Su colección recibe el nombre de salterio y los dos libros más conocidos son los salmos de David y de Salomón.
Los especialistas en textos de la antigüedad coinciden en afirmar que la civilización egipcia, babilónica o sumeria cantaban unos unos himnos en honor a sus divinidades. Por lo tanto, estos himnos serían el precedente histórico de los salmos.
Según la tradición judía el autor de algunos salmos fue el rey David, pero el pueblo hebreo también participó en su creación y divulgación. Estos poemas cantados fueron recopilados hacia el siglo lV a. C y se incorporaron al Antiguo Testamento. Y en el Nuevo Testamento hay varias referencias de Jesucristo sobre ellos.
No son simplemente unos textos sagrados, sino que están muy presentes en la religión y la cultura judía. Tienen una dimensión poética y al mismo tiempo incorporan un sentido teológico, pues están dirigidos a venerar a Dios. Son también educativos, porque son aprendidos y memorizados por los judíos en su etapa de formación. Hay igualmente un elemento cultural en ellos, puesto que algunos se refieren al periodo del exilio del pueblo judío. Otro de los aspectos destacados es su dimensión moral, ya que los salmos pretenden trasmitir unos valores o, dicho con otras palabras, una propuesta sobre cómo se debe vivir. En relación con los valores que comunican habría que destacar la obediencia, el respeto, la santidad o la solidaridad. De manera muy esquemática se podría afirmar que los salmos pretenden implantar el bien en el ser humano.
Los estudiosos de estos textos son los denominados salmistas bíblicos, quienes coinciden en la doble pretensión de su mensaje: adorar a Dios e iluminar a los hombres. Son también llamados salmos mesiánicos y se han transmitido culturalmente en las sinagogas judías desde los tiempos más remotos de la tradición hebraica.