La renovación celular es el recambio fisiológico de células que se da en un organismo pluricelular, es decir, que está formado por muchas células. Para que se produzca este fenómeno, las células somáticas del organismo se dividen por el proceso de mitosis, mediante el cual una célula progenitora da lugar a dos células hijas que comparten la misma información genética.
Algunos tejidos del organismo requieren mayor recambio de células que otros. En relación con esto, se pueden clasificar a las poblaciones celulares en estáticas, estables o renovables. Para realizar dicha clasificación, se realizan estudios histológicos en los que se observa la cantidad de metafases mitóticas presentes en un tejido determinado y en un momento dado. Otra opción, es medir la incorporación de timidina marcada radiactivamente en el ADN, lo que da una idea de la tasa de replicación que se produce antes de la mitosis.
Importancia de la renovación celular
La renovación celular contribuye al mantenimiento de las estructuras corporales, como así también de su función, ya que permite el reemplazo de células viejas o disfuncionales por otras nuevas que ocupan su lugar. Esto es particularmente importante en tejidos que contienen células con una vida útil media o baja.
Además, si no fuera por el proceso de renovación celular, simples daños en algunos tejidos harían que perdamos capacidades de forma permanente. Por ejemplo, cuando sufrimos una fractura en algún hueso, que es algo muy común, no podríamos recuperarnos si no fuera porque el daño generado hace que las células óseas se vuelvan más activas mitóticamente para reparar el tejido.
Clasificación
Poblaciones celulares estáticas
Están formadas por células que ya no tienen la capacidad de dividirse, y se las denomina ‘’posmitóticas’’. Algunos ejemplos son las células musculares (cardíacas o esqueléticas) y las células del sistema nervioso central, como las neuronas.
Sin embargo, diversos estudios han encontrado que, dadas ciertas circunstancias particulares, las células que forman parte de estas poblaciones celulares pueden dividirse por mitosis. Tal es el caso de las células musculares cardíacas, que recuperan hasta cierto punto la capacidad de dividirse tras un evento traumático como un infarto de miocardio, o tras daños quirúrgicos o farmacológicos.
Poblaciones celulares estables
Son aquellas cuyas células se dividen lentamente y de forma episódica con la finalidad de mantener las estructuras de los tejidos. Entre algunos ejemplos, podemos mencionar a las células musculares lisas, los fibroblastos que componen el tejido conjuntivo, las células endoteliales que recubren por dentro a los vasos sanguíneos, los hepatocitos que forman el hígado, y las células que rodean al hueso y al cartílago (periostio y pericondrio, respectivamente).
Un daño en los tejidos que componen este tipo de células puede estimular la tasa de mitosis de las mismas, lo cual permite la regeneración del órgano dañado.
Poblaciones celulares renovables
En este caso se dividen regularmente. En general, se trata de células madre indiferenciadas o con un cierto grado de diferenciación, que se dividen y diferencian dando origen a las demás células del organismo que requieren una alta tasa de recambio.
Cuando se dividen por mitosis, las células madre pueden dar origen a dos células madre idénticas para mantener la población, o bien una de las células hijas se modifica morfológica y funcionalmente dando origen a una célula más diferenciada. Tras cada ciclo de división, dicha célula se diferenciará aún más hasta llegar a obtener las células totalmente maduras que forman un tejido determinado.
Las poblaciones celulares renovables pueden, a su vez, subclasificarse en:
– Lenta: Se trata de poblaciones de células con la capacidad de aumentar de tamaño lentamente a lo largo de la vida del individuo. Algunos ejemplos incluyen a las células epiteliales del cristalino del ojo, los fibroblastos que forman la pared uterina, y las células musculares lisas de la mayoría de los órganos huecos del organismo.
– Rápida: Son las que presentan una mayor tasa de división y requieren un gran recambio para mantener la estructura de los tejidos. Se suele dar en células que tienen una vida útil corta, como por ejemplo las células epiteliales y dérmicas de la piel que se va descamando, las células epiteliales de los revestimientos del tubo digestivo, y las células sanguíneas. Los glóbulos rojos, por ejemplo, tienen una vida útil de alrededor de cuatro meses, tras los cuáles son eliminados y reemplazados por nuevos.
Referencias bibliográficas
• Ross, M. H. & Pawlina, W. (2012). ''Histología''. Buenos Aires: Médica Panamericana.• Curtis, H. y Cols. (2008). ‘’Biología’’. Séptima edición. Buenos Aires: Médica Panamericana.