Se denomina monarquía constitucional a un tipo de organización política en donde un monarca mantiene la jefatura de estado con un poder limitado por una constitución nacional. Puede decirse que es un paso intermedio entre una monarquía absoluta y una monarquía parlamentaria, porque en este caso el rey reconoce limitaciones a su poder en el marco de la ley suprema. En efecto, en una monarquía constitucional la soberanía sigue residiendo en el monarca, mientras que en una monarquía parlamentaria, ésta reside en el pueblo. Fue fruto de diversos cambios políticos y filosóficos en lo que respecta a la comprensión de la autoridad, cambios que en muchas ocasiones tuvieron expresiones populares de gran relevancia, como por ejemplo la revolución francesa.
La soberanía puede definirse como la autoridad para decidir sobre algo o alguien. En el caso de un soberano, es la capacidad de tomar decisiones que afecten directamente a una población determinada. En el pasado, cuando la organización política se denominaba monarquía absoluta, esta potestad residía en la figura del rey, que la tomaba por herencia y a su vez la legaba a sus hijos. Así, el monarca era considerado absoluto porque podía imponer normas a los demás pero estaba exento de que otro le impusiese normas. La forma de legitimar esta situación era mediante derecho divino, es decir, explicarla bajo el hecho de que era Dios el que concedía este derecho al gobernante.
Con el advenimiento de nuevas posturas filosóficas que comenzaban a poner énfasis en la noción de libertad y de igualdad ante la ley, la noción de monarquía absoluta comenzó a verse desdibujada. En efecto, ya no era concebible que alguien pudiese tener la autoridad de imponer normas y sanciones a otro pero que estuviese exento de algún tipo de control. Es por ello que comienza a tomar forma la idea de una monarquía constitucional, esto es, una forma de gobierno en donde el rey seguía siendo soberano pero que tenía límites al ejercicio de su poder. Este tipo de circunstancia estuvo influido en buena medida por el temor a una perdida mayor de poder por parte de los monarcas.
En la actualidad todavía existe un puñado de países en los que se encuentra vigente esta forma de gobierno. Estas monarquías coexisten con las denominadas monarquías parlamentarias, formas políticas en donde el rey tiene un rol protocolar, de reducido margen de acción. Son los últimas resquicios de un tiempo muy distinto del actual.