El vocablo consorte viene del latín consors, consortis, que alude al hecho de compartir la propiedad de algo con otra persona. De ahí que el consors sea el miembro de un consortium, es decir, un consorcio. Por otra parte, hay que indicar que en la esfera del derecho romano el consorte es el individuo que litiga junto con otro, pues ambos comparten el mismo propósito.
Este sentido inicial del término se adaptó a la institución matrimonial y de esta manera el consorte es el marido o la mujer dentro de un matrimonio. De esta manera, un término estrictamente jurídico fue incorporado al ambito matrimonial. En el lenguaje corriente el consorte es uno de los miembros que conforman el matrimonio. A pesar de ello, consorte es un cultismo que se usa en situaciones muy formales y en contextos coloquiales se emplean palabras equivalentes, como cónyuge, esposo, esposa, marido o mujer.
En relación con la institución monárquica
En el contexto de la monarquía la palabra consorte adquiere un matiz singular. De esta manera, si en un país el monarca oficial es un rey, su pareja será la reina consorte. De igual manera, si la titular de la monarquía es una reina, su cónyuge será el rey consorte.
El consorte en la monarquía española
Entre los artículos 56 y 65 de la Constitución Española de 1978 se especifica cuál debe ser el tratamiento oficial del rey y de la reina y sus correspondientes funciones. Con respecto al concepto de consorte se especifica que puede haber una reina consorte o un consorte de la reina, pero el consorte (ya sea un hombre o una mujer) no ostenta la jefatura del estado, que le corresponde a una sola persona, el rey o la reina. Desde el año 2014 el rey Felipe Vl y la reina Letizia son los reyes de España, pero como el titular de la corona es Felipe Vl, la reina Letizia tiene el papel de consorte.
Esta circunstancia tiene consecuencias protocalarias para la monarquía española, ya que la reina cumple una función de acompañamiento y no se encuentra en un plano de igualdad con respecto al rey. En la mayoría de monarquías europeas ocurre algo muy similar y el rey o la reina que no tiene la titularidad de la corona se convierte en soberano o soberana consorte.
Para algunos, el hecho de que el rey o la reina consorte tenga un rango distinto al del monarca oficial suscita un debate en relación con la institución monárquica. En esta línea, hay quienes plantean la necesidad de renovar ciertos aspectos del papel de la monarquía. Hay que tener en cuenta que la idea de consorte tiene un matiz singular, pues se trata de una figura secundaria, con un menor reconocimiento institucional y, en definitiva, en un plano de desigualdad.