Cuando una afirmación se opone a lo que se considera verdadero, se trata de una mentira. La idea de mentira puede analizarse desde perspectivas muy distintas y entre ellas destacamos tres: la dificultad para distinguir la verdad de la mentira, el papel de la mentira en la comunicación y el arquetipo del mentiroso patológico.
En la vida cotidiana no existen los detectores de mentiras
El hecho de no comunicar la verdad de algo puede hacerse de maneras diversas.
Si finjo una emoción que no siento, miento. Si digo lo contrario de lo que pienso, miento, Si distorsiono información con el propósito de manipular a alguien, miento. Y si hago que algo falso parezca verdadero, miento igualmente.
En cualquiera de sus variantes la mentira está asociada a una valoración moral negativa. Sin embargo, esta norma general tiene una excepción: las mentiras piadosas.
Un arma poderosa
Imaginemos un mundo en el que todas las personas dijeran siempre la verdad. A primera vista podría parecer algo deseable, pero es muy probable que viviéramos en una situación de permanente conflicto con nuestros semejantes.
En el mundo real, la mentira actúa como un arma poderosa que podemos emplear en todo tipo de situaciones, como el amor, los negocios o las relaciones vecinales. Los humanos aprendemos a mentir rápidamente y, de hecho, los niños aprenden algunas formas de engaño a partir de los tres años.
El mentiroso patológico
Si bien todos mentimos en mayor o menor medida, hay personas que lo hacen de una manera desproporcionada y reiterativa. A estas personas se les conoce como mentirosos patológico. Se considera que este tipo de conductas expresan un desorden de la personalidad.
Los mentirosos patológicos tienden a inventarse su propia historia personal y si son descubiertos suelen ponerse a la defensiva de forma enérgica. Su falsificación de la realidad normalmente tiene el propósito de comunicar una imagen favorable de sí mismos. Sus relatos tienden a la exageración y a la fantasía. De alguna manera estas personas viven una doble vida, la real y la inventada. Como norma general, el mentiroso patológico no se siente culpable cuando engaña o recurre a alguna forma de distorsión de la verdad. Es normalmente un individuo creativo, buen comunicador y con tendencia a la dramatización de sus vivencias.
Según algunos estudios, estas personas tienen una alteración cerebral y la sustancia blanca del cerebro se encuentra más desarrollada que la sustancia gris. Desafortunadamente, no existe un fármaco o una terapia específica para tratar este tipo de patología.
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