Se conoce como imperio a la organización administrativa por la cual un amplio territorio es regulado por un único poder político. Esto implica el sometimiento de otras poblaciones y, por lo tanto,en el interior de un imperio se congregan diversas comunidades que, como tales, pueden pertenecer a distintas etnias y poseer distintos idiomas, costumbres y/o religiones. A pesar de las diferencias, el emperador (máxima figura de un imperio) administra los aspectos políticos, económicos, legales y, muchas veces, culturales del territorio imperial buscando la homogeneización del mismo.
Si bien desde el siglo XIX, los imperios comenzaron a disolverse, a partir de ese momento se instauró a nivel global el imperialismo, un sistema por el cual las potencias someten a un territorio que permanece independiente en los aspectos legales, pero que es dominada de forma imperial en los hechos.
Ejemplos
A lo largo de la historia se desarrollaron una gran cantidad de imperios. Estos son algunos de ellos:
• Imperio Romano: iniciado en el 27 a.C., durante el gobierno de Augusto, este imperio fue el más amplio de la Edad Antigua ya que llegó a abarcar una extensión territorial de 6.14 millones de km². El mismo, se extendió desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico, y desde los ríos Rin y Danubio hasta el desierto de Sahara. Su influencia cultural sobre los territorios imperiales fue muy fuerte. Si bien el Imperio romano de Occidente cayó en el año 476, el Imperio romano de Oriente se mantuvo hasta el 1543.
• Imperio ruso: su origen data del año 1721 bajo el gobierno de Pedro I, quien se abocó a la conquista y consiguió extender el imperio por casi 23 millones de km². De esta forma, en su expansión se sometieron a más de 100 comunidades de distintas etnias. Si bien fue más grande que el Imperio romano, su influencia cultural fue más débil. Este imperio cayó en 1917 con la revolución rusa que instauró la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre gran parte del territorio imperial.
• Imperio español: iniciado en 1492, tras la llegada de Colón a América, fue conocido como “el imperio donde nunca se pone el sol” en clara referencia a la gran cantidad de puntos geográficos que formaban parte del mismo. De hecho, este imperio abarcó unos 20 millones de km². Es de destacar que la extracción de los recursos de los territorios sometidos fue fundamental para invertir en la industrialización europea que llevaría al desarrollo del capitalismo.
• Imperialismo estadounidense: desde principios del siglo XX, Estados Unidos ha intervenido en la vida pública de una gran cantidad de naciones independientes, marcando el ritmo de su economía y de su política. Un ejemplo de ello fue su rol activo en la gestión de las dictaduras latinoamericanas de fines del siglo XX.
Características reconocidas en un imperio
En principio, es de destacar que cada organización imperial posee sus propias singularidades. No obstante, podríamos destacar como características principales de un imperio a las siguientes:
• Se trata de una vasta porción de tierras gobernada por un único emperador.
• Se organiza según un centro, desde donde se ejerce el poder imperial, y una periferia, en la cual habitan las poblaciones sometidas.
• La necesidad constante de ampliar el territorio conquistado favorece el desarrollo de su poderío militar.
• Las poblaciones sometidas son unificadas y homogeneizadas, indistintamente de cuál sea su etnia de origen.
• Su conformación implica la ocupación violenta de los territorios y, por esa razón, puede conllevar un gran costo humano.
• Impone la explotación económica sobre el territorio dominado y los recursos obtenidos son destinados hacia el centro del imperio.
Clasificación
Para un mejor análisis, podemos clasificar a los imperios en antiguos, modernos e imperialismos.
En primer lugar, los imperios antiguos fueron aquellos propios del período denominado como Edad Antigua (3.000 a.C – 476 d.C.). Se caracterizaron por la instauración del modo de producción esclavista en regiones de Europa, Asia y África.
En segundo lugar, los imperios modernos surgieron a partir de los viajes de exploración iniciados en el siglo XV y comenzaron a desarticularse en el siglo XIX. En estos casos, además de los continentes ya mencionados, América también formó parte del reparto imperial. Los recursos extraídos de las regiones dominadas fueron fundamentales para favorecer el desarrollo del modo de producción capitalista en Europa.
Finalmente, los imperialismos son aquellos surgidos luego de la instalación de la división internacional del trabajo a fines del siglo XIX. En estos casos, las potencias pasaron a dominar las economías, y por extensión la política, la sociedad y la cultura, de un territorio aunque no en términos formales. Esto fue así porque lo que se conquistó no fue la tierra sino los mercados, ya sea para obtener materias primas o para insertar las producciones manufacturadas en los centros imperiales. Fue el intercambio desigual lo que condujo al sometimiento.