Discutir es la acción de confrontar ideas. Las personas que intervienen en la confrontación intercambian sus opiniones o creencias sobre algún tema en particular.
Si atendemos a su definición estricta, discutir implica simplemente que dos o más personas expresan su desacuerdo sobre un asunto personal, un concepto o una valoración de un aspecto de la realidad. Sin embargo, en la práctica el hecho de discutir suele ir acompañado de un enfrentamiento con cierta intensidad. De hecho, en el lenguaje cotidiano se habla de una discusión acalorada, en la cual los protagonistas adoptan una actitud impulsiva y vehemente.
Se podría hablar de dos contextos diferenciados con respecto a lo que significa discutir. En primer lugar, hay confrontaciones de ideas que se realizan por cauces respetuosos y sin ningún conflicto. Si los participantes en una discusión son personas educadas, se mantienen las normas de respeto y hay una actitud tolerante no tiene por qué haber ningún conflicto o enfrentamiento. Por el contrario, si la actitud es irrespetuosa o se adopta una postura provocativa, muy probablemente la discusión desembocará en alguna ofensa e incluso en una cierta violencia.
Cuando los filósofos griegos se reunían para debatir algún problema moral o existencial, la intención era buscar la verdad de manera compartida. Las posiciones de unos y otros eran opuestas, pero el resultado de la discusión resultaba enriquecedor a todas las partes implicadas. Este espíritu conciliador no es el más habitual en la realidad cotidiana. De hecho, normalmente las discusiones no van acompañadas de unas conclusiones consensuadas por los defensores de una postura y otra. No hay que olvidar que los sinónimos de la palabra discusión también incorporan un grado de enfrentamiento (controversia, debate, polémica, entre otros).
Entre los distintos ejemplos de lo que es discutir, vale la pena recordar lo que era la disputatio medieval. El sistema de enseñanza de la Edad Media tenía dos modalidades. Por una parte, la lección clásica (la lectio) en la que un profesor enseña a un grupo de alumnos. La otra modalidad empleada era la disputatio, en la que se escogía un tema polémico y se defendían los argumentos a favor y en contra del mismo. Como es lógico, la disputatio suponía una forma de discutir unas ideas, aunque esta técnica estaba orientada al ejercicio intelectual y a mejorar la oratoria de los alumnos.
Si atendemos a la etimología, discutir proviene del latín discutere, que originariamente significaba golpear algo con el propósito de romperlo. Este sentido fue evolucionando y se aplicó a la oposición verbal entre los individuos en relación con algún asunto.