El control social es el conjunto de herramientas por las cuales se mantiene cierto grado de cohesión para el funcionamiento del conjunto de la sociedad. Estos mecanismos tienen como objetivo mantener el orden dentro de la población, así como inhibir cualquier posibilidad de que existan agrupaciones con visiones alternas en cuanto a los propósitos generales, a las formas de conseguirlos o hacia otras maneras de ordenamiento social.
Orígenes teóricos
Garelli señala que, aunque no de forma explícita, la idea de control social ha estado presente durante el desarrollo de la ciencia política como disciplina social. Por mencionar algunos ejemplos, esta idea aparece ya desde Hobbes y los contractualistas cuando hablan de que el individuo cede parte de su potencia y deseos individuales hacia un poder generalizado, es decir, el Estado, para que este pueda regular a la sociedad en su conjunto y mantener el orden necesario para su desarrollo.
Sin embargo, no fue sino hasta principios del siglo XX que el científico social estadounidense Edward Alsworth Ross popularizo el término en los estudios sociales. Este autor estableció dos puntos esenciales en cuanto a la discusión sobre el control social. El primero de ellos está relacionado con los procesos y las condiciones que determinan la interacción entre los individuos del grupo con la finalidad de regular y organizar las conductas humanas en el entorno social. El segundo punto establece que este control se ejerce en diferentes instancias o niveles dentro de la misma sociedad, es decir, se da tanto desde el grupo hacia los individuos, como desde el Estado hacia sus organizaciones y demás agrupaciones intermedias.
Sí bien la idea de control social se ha estudiado desde hace largo tiempo en el marco de las ciencias sociales en general, la mayoría de los estudios recientes sobre el tema están vinculados al área de la criminología.
Ejemplos de control en formas externas e internas
De acuerdo a Garelli existen dos formas principales a través de las cuales se puede ejercer control socia: los controles externos y los controles internos. Los primeros son ajenos a los individuos; se conforman por las distintas normas e instituciones, tanto formales como informales, que ejercen el grado de coerción suficiente para que los miembros de una sociedad mantengan el orden y la cohesión en la misma. El autor menciona que este tipo de controles tiene niveles distintos y pueden ir desde el establecimiento de penas de muerte, hasta castigos que implican la exclusión del individuo en determinados grupos.
Dentro de los controles externos, podría enmarcarse la caracterización más usual dentro de la literatura sobre el tema, misma que divide a los mecanismos de control en formales o rígidos e informales o difusos. Los formales se refieren a aquellos medios que están plenamente institucionalizados dentro de los reglamentos y las diversas normas legales en un Estado, es decir, están establecidos en la ley y funcionan con arreglos acordes a la misma. Igualmente, la falta hacia alguna de estas normas formalmente establecidas implica un castigo por su incumplimiento que también está reglamentado.
Por su parte, el control difuso está vinculado con las instituciones informales, esto es, aquellas que se transmiten por medio de los usos y las costumbres, la tradición, y otro tipo de valores sociales que se heredan de generación en generación, pero que no están formalmente establecidos dentro de la legalidad. Algunos ejemplos de estas herramientas de control pueden ser la religión o la familia, en los cuales una falta hacia sus principios implica cierto rechazo o exclusión del grupo, o los medios de comunicación, los cuales tienes la capacidad de difundir opiniones e información sobre diversos temas y ejercer cierto grado de presión sobre diversos temas.
Siguiendo con la tipología de Garelli, los controles internos dependen del grado en el que los individuos interioricen las normas externas. Esto significa que los controles internos dependen directamente de los valores, los objetivos y la ética propia de los individuos siendo la única penalización hacia su incumplimiento la autocrítica o los reproches del individuo hacía si mismo. Cabe señalar que la persona puede interiorizar tanto valores formales como informales, y el grado en el que lo haga ocurre en el transcurso de su desarrollo personal mediado por su propio contexto.
Otra tipología es establecida por López Pérez, quien describe controles sociales de acción y controles sociales de reacción. Los primeros son establecidos para la prevención de conductas no deseadas por el conjunto social y están basados en la internalización de determinados valores en pro de mantener el orden. Por el contrario, los mecanismos de reacción se establecen a fin de reprender las conductas que se desvíen del orden social deseado y pretende lidiar con las formas de comportamiento que lo quebrantan.
Por otra parte, Garelli señala que los mecanismos de control social no son únicamente propios del grupo dominante o del Estado, sino que de ellos también hacen uso los grupos oposicionistas al régimen establecido, quienes tienen sus propios mecanismos de control buscando asegurar la cohesión del grupo y su perdurabilidad.