Cuando hablamos de espacios urbanos y de la acción del hombre sobre nuestro medio ambiente es claro que una de las primeras imágenes que vienen a nuestra mente es la de los cielos contaminados, llenos de partículas de gases, polvo o sustancias dañinas. La contaminación atmosférica, tal como se conoce a ese fenómeno, es aquella que se produce sobre el aire que respiramos y que es necesario para poder vivir.
Un daño producido por siglos que recién empieza a mostrar efectos hoy
La contaminación que el ser humano ha producido sobre el medio ambiente no es un tema menor, pero tampoco podemos hablar del mismo en términos completamente históricos. Esto quiere decir que lo que conocemos como contaminación atmosférica es un fenómeno que se ha empezado a dar a partir de la Revolución Industrial en el siglo XVIII. Este evento histórico transformaría para siempre el modo de producción del ser humano, pudiéndose a partir de entonces obtener más productos, más rápido y más barato pero con un legado de daño al ambiente que en muchos casos ha sido irreversible.
El uso de energías no sustentables desde aquel entonces hasta la actualidad ha sido uno de los principales contaminantes de la atmósfera, es decir, de la capa de aire que se encuentra por sobre nosotros y que nos provee del oxígeno necesario para vivir. El carbón, el gas y el petróleo son las tres energías más utilizadas en todo el planeta y sin duda alguna las más contaminantes. En su reemplazo, utilizar energías eólicas, hidráulicas o solares podría ser una solución pero que todavía va muy lento en todas partes.
Los elementos secundarios que contribuyen al daño de nuestra atmósfera
En los últimos años se ha empezado a hablar de un fenómeno que pasaba desapercibido hasta hace muy poco. La producción alimentaria que cubre las necesidades de gran parte de la población mundial tiene dos efectos muy peligrosos para el medio ambiente. Por un lado, se necesita contar con campos listos para el cultivo o para la cría de ganado, por lo cual se han destruido gran parte de bosques, selvas y otros biomas donde la vegetación era abundante y cumplía la principal función de equilibrar los gases en el aire.
Por otro lado, la cría de ganado conocida como feed lot es aquella que supone que en un terreno determinado se mantienen a cientos de ejemplares de ganado de diferente tipo. Estos animales no hacen otra cosa que alimentarse (para que el engorde sea más rápido) y esa alimentación constante genera en ellos gases que se sueltan a la atmósfera y que, en las cantidades que requiere la industria alimenticia, también alteran la composición de la atmósfera.
Imagen: Fotolia. Bigmen