Luego de la Declaración de Independencia, surgió la difícil tarea de crear un nuevo Estado, que reemplazara al Estado colonial, en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta situación generó disputas acerca de la forma de organizar el territorio independiente y se sucedieron largas guerras civiles en las se que enfrentaron dos tendencias principales: por un lado los unitarios, que sostenían la idea de una nación única con centro en Buenos Aires y, por el otro lado, los federales, quienes defendían las múltiples soberanías provinciales.
Para el año 1831, las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes firmaron el Pacto Federal por el cual se inició una nueva forma de organizar el territorio: la Confederación Argentina. Se trataba de una alianza entre las provincias federales que respetaban su autonomía provincial pero, en cuanto a los asuntos externos, respondían a la figura del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Sin embargo, la institucionalización de la Confederación no terminaría con los conflictos internos. Para 1861 se puso fin a la misma, tras la Batalla de Pavón, y a partir de ese momento todo se orientó hacia la unificación de las provincias en una sola República.
Creación
El Pacto Federal firmado inicialmente por Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, contó rápidamente con la adhesión del resto de las provincias. Se entiende a este tratado como el inicio de la Confederación Argentina, la cual implicaba que las provincias estaban unidas por pactos, pero eran independientes entre sí. No obstante, se designó al gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, para el manejo de las relaciones exteriores y de los negocios de paz y guerra.
De esta forma, se estableció una centralización descentralizada por la cual Buenos Aires pasó a ser, en los hechos, el centro de la Confederación pero, en los papeles siguió siendo autónoma. De hecho, Rosas retrasó constantemente la sanción de la Constitución Nacional, con el fin de que Buenos Aires pudiera conservar los beneficios económicos derivados de su autonomía. Así, aunque se tratara de una organización federal, Buenos Aires continuó siendo la provincia más poderosa gracias al puerto y la aduana.
Enfrentamientos internos
Tras la asunción de Rosas como gobernador, a los conflictos entre unitarios y federales se sumaron los enfrentamientos de las provincias contra Buenos Aires. En corrientes el unitario Lavalle organizó un ejército para derrocarlo y desde La Rioja, el caudillo federal Chacho Peñaloza también se opuso. Sin embargo, el gobernador de Buenos Aires los derrotó a ambos.
Desde Entre Ríos, su gobernador Justo José de Urquiza, si bien era federal, no coincidía con la prohibición de la libre navegación de los ríos impuesta por Rosas (ya que impedía a las provincias comerciar con el exterior) y tampoco con el retraso de la sanción de una Constitución. De esta forma, los opositores a Rosas se unieron bajo la figura de Urquiza en el Ejército Grande, el cual se enfrentó al ejército de la Confederación Argentina liderado por Rosas en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852. El Ejército Grande obtuvo el triunfo y eso significó el fin del gobierno de Rosas quien renunció a la gobernación y se exilió en Inglaterra.
Una vez obtenida la victoria, Urquiza convocó a los gobernadores para organizar el territorio en un Estado Federal y dar una administración general a las provincias. Así, el 31 de mayo de 1852 se firmó el Acuerdo de San Nicolás por el cual se sentaron las bases para la sanción de una Constitución, se permitió la libre navegación de los ríos y se eliminaron las aduanas internas. Además, Urquiza fue designado como Director de la Confederación.
El Acuerdo de San Nicolás fue ratificado por trece provincias pero no tuvo el apoyo de Buenos Aires que se negó a firmarlo y se rebeló contra las tropas de Urquiza en septiembre de 1852. Tras obtener el triunfo, Buenos Aires se separó de la Confederación.
Por su parte, el 1 de mayo de 1853, las provincias de la Confederación sancionaron la primera Constitución Nacional, tomando como inspiración a la Constitución de Estados Unidos y las Bases de Alberdi. Mediante la misma, se instauró un gobierno federal, republicano y representativo.
Si bien la Constitución fue exitosa en casi todo el territorio, el rechazo de la misma por parte del Estado de Buenos Aires representó un conflicto abierto. De esta forma, la Confederación puso en marcha mecanismos constitucionales pero la creación de un gobierno federal no fue garantía de un orden nacional.
El fin de la Confederación
Desde que Buenos Aires se separó de la Confederación en 1852, se sucedieron una serie de enfrentamientos entre estos dos estados independientes que buscaban dominarse mutuamente. Sin embargo, la Confederación se iba debilitando debido a la dificultad de comerciar con el exterior dada la ausencia de puertos. Por su parte, Buenos Aires, además de poseer el puerto, tenía una economía basada en bienes exportables, por lo que fue ganando más peso económico.
Tras años de luchas, Buenos Aires triunfó en 1861 en la Batalla de Pavón. Desde ese momento se puso fin a la Confederación Argentina y, consecuentemente, se dio lugar a la organización de una única nación sobre las bases impuestas por Buenos Aires, provincia que se abocó a la centralización e institucionalización del poder.
Referencias bibliográficas
Halperín Donghi, Tulio. Una Nación para el Desierto Argentino. Prometeo, Buenos Aires, 2005.Sábato, Hilda y Ternavasio, Marcela, “De las repúblicas rioplatenses a la República argentina... siglo XIX” en Independencias iberoamericanas. Nuevos problemas y aproximaciones, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2015.