Los unitarios comprendían una facción política que proponía que Buenos Aires fuera el centro de la nación Argentina y que las provincias constituyeran solo unidades administrativas, en cambio, los federales entendían que en el territorio del antiguo virreinato existían múltiples soberanías, es decir que cada provincia contaba con su propia autonomía.
Luego de la formación del Primer Gobierno Patrio en 1810, la unidad que se había conformado en el actual territorio argentino para hacer frente al imperio español, se disolvió por nuevos enfrentamientos internos. El problema principal giraba en torno a la necesidad de organizar políticamente al territorio independiente.
Para el año 1813 se convocó a una Asamblea Constituyente en Buenos Aires. Alvear y sus seguidores plantearon centralizar el territorio tomando como sede a Buenos Aires, antigua capital virreinal. A esta postura se opuso la de Artigas quien, como representante de la Banda Oriental, sostuvo que las provincias debían mantener su autonomía.
Desde esa época, la Argentina se dividió en dos facciones: quienes defendían las autonomías provinciales y quienes alentaban el proyecto de un único Estado nacional centralizado. Estas facciones, incipientes en aquel momento, tomaron forma a partir de 1824 bajo los nombres de Partido Federal y Partido Unitario, respectivamente. Ambas se enfrentaron en largas guerras civiles para imponer su postura respecto del modo de organizar al territorio.
Se sostiene que el conflicto habría sido sanjado en 1853 con la sanción de la Constitución Nacional Argentina que, desde su promulgación, aplicó el federalismo. No obstante, en los hechos, aún hoy en día Buenos Aires sigue siendo el centro político, económico y cultural del país.
Diferencia entre los unitarios y federales
Los unitarios buscaban un gobierno centralizado cuyas decisiones serían tomadas únicamente por Buenos Aires, provincia que no solo había sido la antigua capital virreinal (es decir que ya tenía un aparato político-administrativo consolidado), sino que también contaba con los beneficios económicos del puerto.
El Partido Unitario estaba compuesto por la elite porteña, principalmente comerciantes e intelectuales, y contaba con poca adhesión de los sectores bajos y rurales. Su tendencia económica era de tipo liberal, por lo que apoyaban el libre comercio y buscaban la modernización del territorio. Como modo de identificación, tomaron el color blanco.
Por su parte, inspirándose en el modelo político estadounidense, el federalismo sostenía que las provincias debían conservar su independencia en cuanto a gobierno, leyes y economía, pero con la posibilidad de asociarse voluntariamente bajo la figura de un gobierno con un poder limitado que se encargase de los asuntos externos y la guerra. Entendían que esta era la mejor forma de organizar un territorio tan amplio con culturas, políticas y economías diferentes
El federalismo estaba liderado principalmente por las elites rurales y su base estaba compuesta por los sectores bajos y campesinos. En cuanto a lo económico, defendían la protección de las economías provinciales y la distribución de los ingresos de la aduana. Para identificarse utilizaban el color rojo o punzó, y una estrella roja de ocho puntas conocida como “estrella federal”.
Enfrentamientos entre ambas facciones
Luego de la proclama de Artigas en la Asamblea del año XIII, si bien el federalismo fue rechazado, el mismo se expandió por el resto del territorio y dio lugar a la formación de la Liga de los Pueblos Libres constituida por la Banda Oriental, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe.
Desde Buenos Aires se le hizo frente y en 1819 se sancionó una Constitución de marcado carácter centralista. Esto devino en una crisis política que provocó la caída del Congreso y del poder central, a la vez que el territorio se dividió en provincias autónomas que eligieron a sus propios gobiernos y dictaron sus propias leyes. Así, el conflictivo año 20, finalizó con la llegada al poder del Partido del Orden en Buenos Aires (un grupo heterogéneo de tendencia centralista) y con la conformación de los nuevos Estados provinciales.
Para el año 1824 se convocó a un Congreso de todas las provincias con el fin de restaurar la unidad. Fue en dicho Congreso que tomaron nombre los partidos Unitario y Federal. No obstante, no se trataba de partidos modernos tal como los que conocemos actualmente, sino más bien de facciones.
El intento de reunificación se frustró en 1827 y volvió a reinar la divergencia de posturas, tanto entre unitarios y federales (cuya oposición fue llevada al máximo), como dentro del mismo Partido del Orden. Así, el presidente unitario Bernardino Rivadavia renunció al poder y, mediante elecciones, se designó como gobernador de Buenos Aires a Manuel Dorrego, de carácter federal. Desde ese momento, el federalismo rigió tanto en Buenos Aires como en el resto de las provincias.
Tras el fusilamiento de Dorrego por parte de las fuerzas unitarias, se designó gobernador al caudillo federal Juan Manuel de Rosas, a quien se le otorgaron “facultades extraordinarias” y la “suma del poder público”. Esto significó cambios significativos en la forma de ejercer el poder político, a la vez que generó una pérdida importante de poder para los unitarios, quienes fueron perseguidos políticamente y debieron exiliarse.
Además, con Rosas en el poder se acentuaron las diferencias entre los federales, ya que Buenos Aires continuaba teniendo el control político y económico de la región. En 1852, el caudillo federal entrerriano, Justo José de Urquiza, se enfrentó a Rosas y obtuvo el triunfo en la Batalla de Caseros.
Habiendo expulsado a Rosas del poder, el federalismo sancionó una Constitución Nacional en 1853 en que se estableció un gobierno de tipo federal. Dicha Constitución, aunque con ciertas reformas, sigue vigente hasta el día de hoy.
No obstante, podemos decir que los unitarios triunfaron en los hechos, ya que, desde que Mitre combatió a Urquiza en la Batalla de Pavón en 1861, todas las medidas se orientaron hacia la centralización en Buenos Aires.
Referencias bibliográficas
Chiaramonte, José Carlos. “La cuestión regional en el proceso de gestación del Estado Nacional Argentino”, en La unidad nacional en América Latina, del regionalismo a la nacionalidad, México, El Colegio de México, 1983.Goldman, Noemí y Salvatore, Ricardo. “Introducción”, en “Caudillismos rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema”, Eudeba, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina,1998.
Halperín Donghi, Tulio. “Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla”, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.