El término cívico o cívica proviene del latín civitas y significa ciudad. Para los antiguos romanos, la ciudad simbolizaba el lugar donde sus habitantes podían alcanzar la plenitud moral, pues en el contexto urbano se practicaban los más altos valores: el respeto a la ley, la pluralidad de ideas y tendencias y la plenitud individual. Fuera de la ciudad, el ser humano se encontraba en un contexto bárbaro, sin el amparo del derecho y sometidos a posibles injusticias.
El comportamiento que se desarrolla en el marco de la ciudad es para los romanos de la antigüedad un comportamiento cívico, lo cual implica toda una serie de valores implícitos: tolerancia, pluralidad, respeto, etc.
Lo cívico en el mundo romano impregna a la cultura occidental, que entiende que el civismo debe ser una pauta de conducta que se aplique en todos los órdenes de la vida. En este sentido, se dice que alguien tiene una actitud cívica si es respetuoso con las normas establecidas. El sentido general de cualquier ley o norma es facilitar un marco de convivencia global, de tal manera que cada persona pueda satisfacer sus necesidades mediante el respeto a los demás y el cumplimiento de sus obligaciones y deberes.
En el ámbito familiar, los progenitores tienen la obligación moral de educar a los hijos a partir de criterios cívicos. Esto implica que es necesario que sea compatible la libertad individual con el respeto de unas reglas comunes.
Durante los años de aprendizaje escolar los alumnos reciben una formación académica y, al mismo tiempo, se les inculca unas pautas cívicas que se consideran válidas para la vida en sociedad. De hecho, en algunos países hay asignaturas específicas ( Ética, Educación para la ciudadanía, por poner dos ejemplos académicos de España ) que promueven mecanismos para que los estudiantes adopten posturas cívicas.
La complejidad de la vida en sociedad necesita de referencias cívicas para que las relaciones humanas sean armónicas y respetuosas. Los poderes públicos establecen distintos reglamentos que permiten el equilibrio entre lo individual y lo colectivo. Si alguien no respeta este tipo de normas, se considera que su conducta es incívica y, en consecuencia, puede recibir algún tipo de sanción.
En los últimos años se habla a menudo de un concepto, el activismo cívico, es decir, la actitud individual o colectiva de algunos ciudadanos en relación a la toma de conciencia sobre los problemas que nos afectan a todos ( el medio ambiente, la marginación o la solidaridad ).