Un ciudadano es la persona que vive en un territorio. Antiguamente, era el que habitaba en el medio urbano, aunque en la actualidad la condición de ciudadano no depende del tipo de núcleo de población. Para expresar la pluralidad de individuos que comparten esta condición, se utiliza el concepto de ciudadanía.
La noción de ciudadano expresa la individualidad de alguien dentro de una comunidad. Desde el punto de vista administrativo, existen una serie de requisitos que otorgan a alguien la ciudadanía: el empadronamiento, la residencia y la nacionalidad. En la mayoría de países para otorgar la ciudadanía es necesario cumplir una serie de requisitos.
Desde el ámbito político, el ciudadano tiene una serie de derechos y obligaciones en relación con la sociedad a la que pertenece. Tiene derechos en función del marco legal de un país, aunque de manera universal desde 1789 existe la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En las naciones democráticas, las ciudadanos tienen reconocido el derecho a la libertad de expresión, a no ser discriminados por razones de raza o sexo y a mantener sus creencias e ideas. Así mismo, tienen una serie de garantías jurídicas que les igualan al resto de individuos. La principal obligación que posee todo ciudadano es cumplir con las leyes establecidas.
Como individuo, el ciudadano tiene dos facetas, la privada y la pública. En cualquier caso, quien tiene este estatus legal está integrado en una sociedad y comparte lazos afectivos, culturales y políticos con otros individuos.
El término ciudadano se opone a súbdito, que es la persona sometida a un poder superior, mientras que el ciudadano es igual a cualquier individuo de su comunidad. Sin embargo, ambas palabras se utilizan también como sinónimas, ya que aluden a una nacionalidad concreta.
La idea de ciudadano tal y como la entendemos en la actualidad surgió en el periodo de la Grecia Clásica, cuando las polis eran la unidad política fundamental. Existen dos principios claves para comprender el significado de ciudadano desde el planteamiento de los griegos: la isegoría como la posibilidad de que todos los individuos puedan participar en las decisiones colectivas y la isonomía como la igualdad de todos ante la ley.
En ocasiones, se emplea el concepto de ciudadano en algunos contextos muy concretos. Si alguien considera que sus derechos no son respetados, puede afirmar que se siente un ciudadano de segunda. Si alguien tiene una actitud comprometida con los problemas sociales que le envuelven, se dice que se trata de un ciudadano activo. Para mencionar a un hombre corriente se ha acuñado la idea de ciudadano anónimo. Y si una ciudad quiere reconocer los logros o méritos de uno de sus vecinos, le pueden nombrar ciudadano ilustre. Por último, cuando se pretende expresar el espíritu cosmopolita de una persona, se dice que es un ciudadano del mundo.