La acritud es una condición que tiene el gusto de un alimento y que lo hace agrio o poco asimilable. Por extensión se utiliza para referirse al carácter de las personas cuando el mismo genera rispideces o es poco tolerable. Por otro lado, cuando el término se aplica a materiales se hace alusión la perdida de los mismos de condiciones de maleabilidad o ductilidad, hecho que implica una mayor dureza y dificultad para el tratamiento. Como vemos, el término acritud puede ser utilizado un una gama amplia de contextos pero siempre referirá a la dificultad que entraña una cosa determinada para tratarla o emplearla de alguna manera.
La acritud entendida como un sabor destemplado puede encontrarse en productos tales como el vinagre o en cítricos como el limón. Los mismos tienen un importante contenido de ácido y es esta circunstancia la que provoca rechazo en algunos casos. En efecto, para el sistema nervioso, la presencia de sustancias ácidas en la boca despierta una serie de alarmas y reacciones que impulsan a expelerlas rápidamente; la explicación para este tipo de situación es el hecho de que muchas de las mismas podrían ser perjudiciales de ser ingeridas. Por supuesto, habitualmente consumimos alimentos con cierta dosis de acidez, pero la misma es tolerada por su nivel; en el caso de ser percibidos como excesivos se producirá una sensación natural de rechazo.
Este tipo de circunstancia hace que el término acritud se utilice comúnmente de modo figurado para dar cuenta del carácter de una persona que se caracteriza por ser poco agraciado. En efecto, en estas circunstancias experimentamos a nivel emocional lo que con el alimento experimentamos a nivel fisiológico: un rechazo o aversión. La acritud puede expresarse en actitudes despectivas o cargadas de soberbia que tienden a disminuir a los demás o a sus capacidades de modo continuo.
Finalmente, cuando la acritud se emplea para referir a una circunstancia de los metales, se busca referenciar a una condición en las propiedades de los mismos. Como es sabido los metales mantienen distintas posibilidades de trabajo, distintas características que harán más difícil o más fácil darles forma. Cuando los metales son blandos pueden moldearse o convertirse en hilos con facilidad, como sucede por ejemplo con el oro y la plata; por el contrario, cuando son duros como el hierro deberá emplearse distintas técnicas para su modelado. La acritud refiere a la pérdida de un metal de condiciones favorables para su tratamiento, circunstancia indeseable.