- La vida surge del Caos
- Urano y Gea
- Unos hijos aterradores
- La venganza cae sobre Urano
- Un nacimiento en el mar
Cuando el mundo aún no era tal, ya había algo, nunca un vacío.
Existía el Caos en el Cosmos. El Caos no era más que una gran cantidad de materia acumulada, algo insignificante en la infinidad del Cosmos (el Universo).
En algún momento, esa materia concentrada era demasiado potente para permanecer unida, y tuvo que disgregarse. Así, del Caos, fueron surgiendo diferentes entidades, conocidas como los principios primordiales del mundo.
Una de ellas, Gea (la madre Tierra), que separó también de su cuerpo a dos entidades más: Ponto (el mar) y Urano.
Urano quería tanto a Gea, que para él pasó a ser mucho más que su madre, se convirtieron en un matrimonio (si es que podemos usar ese concepto entre las entidades primordiales) y comenzaron a tener una extensa descendencia.
En primer lugar, engendraron a doce preciosos y fuertes hijos, seis varones y seis hembras, que conformarían la Segunda Generación de las Divinidades (y los padres de los Dioses Olímpicos que tan bien conocemos).
Doce hijos no parecían suficientes para la feliz pareja, que querían más hermosos retoños, pues el mundo estaba cambiando y avanzando gracias a ellos (también iban llegando los dramas, que es aquello que verdaderamente hace que la mitología nos resulte tan atractiva, como si de una telenovela se tratara).
Por ello, vinieron después más hijos. Unos trillizos en este caso, más fuertes que sus anteriores hijos con un aspecto infinitamente peor. Estos eran los Cíclopes, unas criaturas feas, mal proporcionadas y con un solo ojo en la frente. Los llamaron Brontes (el trueno), Estéropes (el relámpago) y Arges (el resplandor). A Urano no le hizo demasiada gracia el aspecto de esto criaturas, pero gracias a ello se hizo mucho más poderoso, podía controlar tormentas a su antojo.
¿Y por qué no tener aún más hijos? Pensaban la Tierra y el Cielo ilusionados.
¿Qué seres podrían ser los siguientes? Las posibilidades eran infinitas, y la curiosidad de los padres también.
Y aquí es cuando todo se torció. Los siguientes hijos de Gea y Urano resultaron ser…monstruosos. También un grupo de trillizos, llamados los Hecatónquiros por sus características físicas: tenían cien manos, y cincuenta cabezas. Eran monstruosos, no hay otra palabra para describirlos. Aterrorizaban a cualquiera, y a Urano le asquearon desde el momento que los vio nacer, por eso él mismo no los dejó apenas salir del vientre de Gea, los atacó a patadas de vuelta a él, a las profundidades de la Tierra.
Esta actitud de odio y violencia no gustó nada a Gea, pues aunque sus hijos fueran horribles, los amaba, amaba todo lo que había en ella. Su amor hacia Urano disminuyó, y deseó venganza contra él.
Gea fabricó una afilada hoz y se alió con el menor de sus primeros doce hijos, Crono, que parecía el único con agallas para enfrentarse a su padre.
Su madre le dio las indicaciones y cuando llegó el momento oportuno, Crono, con la hoz que Gea había fabricado, asestó un certero golpe, cortando los genitales a Urano, el símbolo viril y de poder.
Urano aúllo de dolor, e insultó a su hijo con las peores palabras que podáis imaginar. Después de eso, concluyó con una maldición: cuando el propio Crono tuviera descendencia actuaría como él o peor con sus hijos. Le pasó la maldición familiar por así decirlo.
Crono no le hizo el más mínimo caso, y jactándose de su padre derrotado, lanzó los genitales de este lejos, que cayeron al mar.
Después de todo, la amputación de los genitales de Urano trajo algo buena (además de la venganza y satisfacción de su madre e hijo).
De la sangre derramada de Urano y la espuma del mar, surgió una creación asombrosa, nació un ser maravilloso: Afrodita (o Venus en romano) la diosa del amor y la belleza.
Esta poderosa y bella diosa se asocia con los dioses olímpicos, que vendrán más tarde, y se asocia como hija de Zeus en algunas ocasiones.
Pero en realidad, esta interesante divinidad es anterior, y nació de Urano y su humillación.