Definición
Se conoce como unificación alemana al proceso por el cual los Estados independientes que habían conformado el Sacro Imperio Romano Germánico terminaron por unirse bajo un mismo sistema estatal en el año 1871. Este evento tuvo un gran impacto en la configuración geopolítica del continente europeo ya que Alemania se elevó como potencia imperial, tanto en lo referido al desarrollo industrial como en su expansionismo militar, disputando así el poderío británico y francés que había sido predominante hasta el momento.
Marco histórico
Para principios del siglo XIX, el territorio que actualmente corresponde a Alemania se encontraba dividido en múltiples reinados y pequeños Estados independientes. Si bien tras la caída del Sacro Imperio Romano Germánico en el año 1806 se impuso la idea de crear un único Estado con los territorios que lo habían conformado, la fragmentación administrativa y las rivalidades entre los aparatos políticos impedían la unificación del Estado alemán.
Sin embargo, para mediados del siglo XIX, acontecieron una serie de sucesos que contribuyeron en el impulso hacia la unificación del territorio en un mismo Estado. Por un lado, la Revolución Industrial fomentó la necesidad de integración económica y de conformación de un mercado común más amplio. Por otro lado, el crecimiento del nacionalismo basado en la lengua, la cultura y la historia común, contribuyó al deseo de unidad de sus habitantes. Finalmente, es de destacar el rol clave que tuvo Otto von Bismarck, el canciller de Prusia (una de las potencias que dominaba el territorio), en la promoción de políticas diplomáticas tendientes a la unificación.
Desarrollo
El proceso de la unificación alemana se llevó a cabo, principalmente, a través de tres guerras que involucraron a Prusia. En primer lugar, el conflicto danés de 1864 se correspondió con la disputa de los ducados de Schleswig y Holstein. En este caso, Prusia y Austria se unieron para derrotar a Dinamarca y, como resultado, el primer país anexó Schleswig y el segundo tomó el control de Holstein.
La situación mencionada generó un aumento de la tensión entre ambas potencias, dando origen así a la guerra austro-prusiana en el año 1866. Tras obtener la victoria, Prusia conformó la Confederación Alemana del Norte con el objetivo de garantizar la seguridad y la cooperación entre los Estados miembros en asuntos militares y diplomáticos. Es de destacar que Austria fue excluida de la misma.
Finalmente, en 1870, estalló la guerra franco-prusiana en que la Confederación se enfrentó a Francia. La victoria prusiana en esta guerra resultó en la anexión de Alsacia y Lorena, regiones que pertenecían a Francia, y llevó a la consolidación del Estado alemán. De esta forma, en el año 1871 se creó el Imperio Alemán. Guillermo I de Prusia fue proclamado emperador y Berlín fue nombrada como capital del nuevo imperio.
Consecuencias
La unificación alemana tuvo un gran impacto en la historia. En primer lugar, a nivel político, durante las décadas posteriores a su unificación, el Imperio alemán pasó a ser una potencia con importante peso en la geopolítica europea que aprovechó su influencia para darse a la tarea de expandir su territorio y su influencia en el continente.
Otra consecuencia a destacar fue que, el creciente poderío y las ansias expansionistas del nuevo Estado, generaron tensiones con otras potencias europeas, especialmente con Francia y Gran Bretaña. En este punto, es importante señalar que, tomando como referencia al ejército prusiano, en la Alemania unificada se vivió un auge del militarismo y una glorificación de la guerra que instalaron en la cultura alemana la idea del soldado como un héroe.
Por otro lado, la unificación alemana también contribuyó al desarrollo económico y tecnológico del país ya que la consolidación de un amplio mercado interno y la estabilización del sistema estatal fomentaron la inversión y el crecimiento económico. Así, con la eliminación de barreras comerciales internas, se promovió la industrialización y se fomentó la inversión en infraestructuras, comunicaciones y tecnología. Tomando el ejemplo de las potencias industriales que se habían desarrollado anteriormente, Alemania se convirtió en una de las principales potencias de la Segunda Revolución Industrial a fines del siglo XIX.
En el largo plazo, el crecimiento de Alemania como potencia industrial, el auge del militarismo y las tensiones con otras potencias terminaron por contribuir en la conformación de un panorama europeo que favoreció el estallido de la Primera Guerra Mundial en el año 1914.
Referencias bibliográficas
Carr, W. (1986). “A History of Germany 1815-1945”. New York: ST. Martin’s Press.Evans, R. (2017). “La lucha por el poder: Europa 1815-1914”. Barcelona: Crítica.