Definición
El Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494, fue un acuerdo entre España y Portugal que devino en la creación de una línea divisoria en el océano Atlántico por la cual se delimitaron las áreas de influencia de ambos reinos. Este evento fue parte integral de los cambios fundamentales que se estaban produciendo en el siglo XV, especialmente en relación con la expansión europea por el mundo. El impacto del mismo se reflejó tanto en la historia de los países involucrados, como en el posterior desarrollo de la colonización en América.
Contexto histórico
Durante el siglo XV, Europa vivió un período de gran efervescencia respecto de la exploración de nuevos territorios. Por un lado, Portugal se había destacado como una potencia marítima ya que había establecido una serie de rutas comerciales en los bordes de las costas africanas y había fundado allí puestos comerciales en sitios estratégicos. En ese contexto, España, por su parte, buscaba una ruta alternativa hacia las Indias que le permitiera acceder a las riquezas de Oriente y competir con el dominio portugués.
Con ese objetivo en mente, en 1492, el navegante Cristóbal Colón, al servicio de los Reyes Católicos de España, llegó a América creyendo que había alcanzado Asia. Ello generó una nueva ola de competencia entre España y Portugal que llevó a la intervención del Papa Alejandro VI para mediar en el conflicto y evitar enfrentamientos directos entre las potencias católicas. De esta forma, en 1493, se emitió la bula papal «Inter caetera», que dividía las áreas de influencia. Sin embargo, la misma resultó ambigua y llevó a la necesidad de un acuerdo adicional. Así fue que se llevaron a cabo las negociaciones entre los representantes de ambos reinos que culminaron en la firma del Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494.
Características
En primer lugar, el tratado se caracterizó por establecer una línea imaginaria, la Línea de Tordesillas, que dividía al mundo (conocido por Europa hasta el momento) en dos zonas de influencia: una para España y otra para Portugal. Esta línea se trazó a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, en el océano Atlántico. Según el tratado, todo territorio descubierto o por descubrir al este de la línea pertenecería a Portugal, mientras que los territorios al oeste de la línea estarían bajo la influencia de España. En otras palabras, los derechos de exploración, colonización y comercio en esas áreas corresponderían exclusivamente a cada reino en su respectiva zona.
Teniendo en cuenta lo mencionado, a Portugal se le otorgó el control exclusivo de los territorios y riquezas de Asia, incluyendo el dominio sobre las rutas comerciales africanas; mientras que España obtuvo derechos exclusivos sobre las tierras descubiertas o por descubrir en las rutas hacia el oeste, es decir, América. En este sentido, una de las características notables del tratado fue que los reinos ibéricos dividieron un mundo que aún no habían explorado en su totalidad, dando cuenta de su ambición por colonizar nuevos territorios.
Aunque el tratado estableció una división inicial del mundo conocido, no pudo anticipar con precisión los descubrimientos y la extensión de los territorios colonizados por ambos países. Por tal motivo, posteriormente se realizaron ajustes a través de otros acuerdos que redefinieron los límites entre las posesiones españolas y portuguesas en el Océano Pacífico.
Consecuencias
La firma del Tratado de Tordesillas tuvo un gran impacto en los inicios del mundo moderno. Una de las consecuencias más destacadas fue el reparto de América por el cual se otorgó a España la mayor parte del continente, mientras que Portugal obtuvo el control sobre las tierras que se convertirían en Brasil.
Sumado a ello, el tratado permitió a España y Portugal llevar a cabo expediciones de manera más organizada y segura, ya que el mismo les garantizaba la propiedad de los territorios que descubrieran en sus respectivas áreas de influencia. De esta forma, una consecuencia fundamental fue el impulso a la expansión colonial acelerada en las tierras recién descubiertas, lo cual implicó la construcción de asentamientos, la explotación de recursos naturales y la imposición del dominio político-cultural de los colonizadores sobre las poblaciones originarias.
Es de destacar que el tratado tuvo importantes consecuencias en la configuración del imperio español ya que la posesión de vastos territorios en América le permitió acumular riquezas, especialmente a través de la explotación de minas de plata en lugares como Potosí (actual Bolivia) y Zacatecas (México). Ello favoreció el ascenso de España como una de las principales potencias europeas del momento, a la vez que permitió romper con el monopolio que Portugal había establecido en las rutas comerciales hacia Asia.
Finalmente, el Tratado de Tordesillas sentó un precedente tanto en el derecho internacional como en la forma en que los europeos pasaron a repartirse las tierras “descubiertas” debido a que fue uno de los primeros acuerdos internacionales que estableció una línea divisoria en un mapa.