Para comprender la literatura es necesario establecer algún criterio de clasificación de las distintas obras. Clásicamente el teatro ha sido dividido en tres géneros: tragedia, comedia y drama, aunque no hay que olvidar algunos subgéneros.
La tragicomedia es la fusión de dos géneros distintos: el trágico y el cómico. La tragedia es una obra en la que los personajes protagonistas viven situaciones intensas y con emociones profundas porque están en una atmósfera inquietante, donde las fuerzas superiores de la naturaleza (especialmente el destino) luchan contra el hombre y su libertad. De manera totalmente opuesta, la comedia tiene un tono divertido y amable, los personajes escenifican situaciones graciosas porque la trama es cómica, siendo la finalidad del autor el entretenimiento del espectador.
La tragicomedia es una síntesis de ambos géneros, por lo que combina elementos de uno y de otro. Se podría decir que pretende hacer hacer reír y llorar al público. No hay que olvidar que el teatro pretende ser un reflejo de la propia vida, por lo que la tragicomedia incorpora aspectos entretenidos de la existencia, aunque los relaciona con la dimensión trágica del ser humano.
La mezcla de géneros convierte a la tragicomedia en un formato dramático especialmente atractivo. Si un potencial espectador se plantea ver una tragicomedia ya sabe que se va a encontrar con una propuesta teatral con dos dimensiones: lo entretenido y lo triste.
Fueron los griegos de la antigüedad clásica quienes introdujeron este género dramático. Aristóteles fue el primero en describirlo desde un punto de vista teórico (así lo hizo en el tratado sobre la Poética). La primera obra tragicómica es «Anfitrión» de Plauto, autor romano del siglo lll a. C. Como es sabido, durante el Renacimiento, los textos clásicos se recuperaron y con posterioridad la obra de Plauto inspiró a autores como Molière y Shakespeare (una de las obras más reconocidas del dramaturgo francés es precisamente «Anfitrión», que tiene el mismo título que la tragicomedia griega ya que su estructura argumental es muy similar).
En lengua española hay un ejemplo muy conocido de tragicomedia, «La Celestina»de Fernando de Rojas, aunque hay que recordar que el título original es la «Tragicomedia de Calisto y Melibea». Esta pieza del teatro español es un excelente ejemplo de este género híbrido. En ella se aprecia el elemento trágico: dos jóvenes viven una intensa historia de amor pero ambos mueren finalmente. El aspecto cómico se encuentra presente a lo largo de la trama: situaciones graciosas, engaños divertidos y personajes con un lenguaje burlón.