Se denomina texto a una secuencia de palabras escritas que construyen globalmente un sentido. Un texto puede abarcar distintas longitudes, pero siempre remite a más de una oración tratando sobre un tema determinado. Existen distintos tipos de codificaciones a la hora de redactar un texto, esto es, distintos géneros que responderán a distintas necesidades e intenciones; estos géneros podrán tener una mayor o menor rigurosidad en las normativas que los conforman. Así, por ejemplo, un texto de índole literaria puede ser bastante desestructurado, permitiendo la innovación y el desapego a normas fijas; por el otro lado, existen otros discursos que requieren inevitablemente el apego a distintas normas y lugares comunes, como por ejemplo, el discurso científico.
Un texto en general desarrolla un tema en alguna medida, por lo que la exposición suele ser relevante para su calidad. En general puede decirse que todo texto con sentido y con aporte de valor parte de un problema a resolver, aunque este no esté explícitamente definido. Todos los planteamientos posteriores intentarán dar un acercamiento a la cuestión y concluirán en una solución, o al menos en una consideración de esta. Este proceso es el que da sentido al texto, aquel que trasluce una determinada intención.
El texto debe ser coherente, esto es, debe respetar distintas reglas que lo vuelven autorreferencial. Así, existen numerosas reglas que establecen conectores o lazos entre distintas partes del discurso. Esto permite que existan, por ejemplos, elementos prospectivos, esto es, elementos que adelanten una parte del discurso, como así también elementos retrospectivos, es decir, elementos que retraigan la atención a una idea pasada. Puede decirse que estas reglas y procedimientos son comunes a todos los textos.
Por otro lado, existen algunas normas que dependen del discurso puntual que se trate. Así, por ejemplo, un poema tiene algunos elementos que lo hacen identificable como tal para el receptor. En esta circunstancia intervienen elementos de composición formal y elementos semánticos, es decir, reglas y temas a tratar. Una evaluación de estas características puede ofrecerla el estudio de Bajtin sobre los géneros discursivos.
Es importante tener en cuenta que el sentido de un texto no depende únicamente del contenido independiente de este. Si bien es cierto que en tanto unidad el texto tiene un sentido intrínseco, no es menos cierto que en buena parte el sentido de un texto depende del contexto o circunstancias que lo rodean. En efecto, todo texto siempre está interpelando a ideas o conceptos que circulan en la sociedad.