Se llama socialismo a la corriente de pensamiento y al sistema político-económico que postula la eliminación de la propiedad privada capitalista, en favor de una propiedad colectiva de los medios de producción. Este sistema aboga por un reparto igualitario de los bienes y servicios con el objetivo de eliminar las clases sociales que provocarían desigualdad. Así, en el socialismo, etapa anterior al comunismo, se propone que el Estado centralice la regulación de la producción y del consumo mediante una economía planificada.
En la actualidad, existen modelos político-económicos que retoman aspectos del socialismo ya sea en su vertiente más moderada, como en su vertiente más revolucionaria. En todos los casos, lo que se busca es contraatacar a los problemas asociados con la acumulación capitalista y la explotación.
Surgimiento del socialismo
El socialismo surgió en el siglo XIX en Europa como teoría que buscaba oponerse a la explotación y la desigualdad provocadas por el capitalismo industrial. Sin embargo, hubo antecedentes a la teoría socialista. De hecho, el libro “Utopía” de Tomás Moro, publicado en 1516, ya había propuesto una sociedad imaginaria en la cual no existiera la propiedad privada. Tomando como referencia a dicho libro, fue que se llamó “socialismo utópico” a aquellos pensadores que en el siglo XVIII desarrollaron ideas de igualdad fundadas principalmente en el socialismo agrario. De los principales pensadores de esta teoría destacaron Henri de Saint-Simon, Robert Owen y Charles Fourier. Sin embargo, a los mismos se les criticó justamente por su carácter utópico, es decir, por plantear soluciones que no fueran posibles de llevar a cabo, basándose en aspectos como la bondad de las personas para terminar con las desigualdades.
A principios del siglo XIX, el fuerte avance de la industrialización capitalista, aumentó la desigualdad entre las dos clases principales: la burguesía y el proletariado. Ello llevó a que Karl Marx, y luego Friederich Engels, desarrollaran su teoría conocida como “socialismo científico”, es decir, lo que hoy en día conocemos como socialismo. A diferencia de los utópicos, estos pensadores buscaron soluciones pragmáticas a los problemas del capitalismo tomando como base al materialismo histórico. Dicho método implicó pensar a la historia como resultado de la lucha de clases, entendiendo que la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción provocan las revoluciones que ponen fin a los modos de producción dominantes en cada período histórico. De esta forma, comprendiendo que el capitalismo es histórico, Marx sostuvo que como tuvo principio, deberá tener un fin, el cual debería estar propiciado por la revolución proletaria.
Las ideas principales de este autor fueron plasmadas en el Manifiesto del Partido Comunista que se publicó en 1848. En ese mismo año, tuvieron lugar una oleada de revoluciones conocidas como “Primavera de los Pueblos” en las cuales se evidenció el carácter organizado del incipiente movimiento obrero; así, el proletariado pasó a ser considerado un actor político con peso propio. Fue en este contexto que se conformó la Primera Internacional de los trabajadores. A partir de ese momento, y hasta la actualidad, los partidos socialistas se convocan a sí mismos en este tipo de organización.
La Primera Internacional funcionó entre 1864 y 1876, y dio un gran impulso a los movimientos obreros del mundo ya que su objetivo consistía en dar coordinación a los mismos. No obstante, la caída de la Comuna de París en 1871 provocó una división al interior de la organización entre anarquistas y marxistas/socialistas. De esta forma, en 1889, los seguidores del marxismo fundaron la Segunda Internacional, la cual excedió los límites de Europa y abarcó también a los continentes americano, asiático y africano. Para 1917 la situación era diferente ya que en Rusia había triunfado la primera revolución socialista que puso fin al zarismo tomando las ideas de Marx: ello llevó a una nueva división que dio origen a la Tercera Internacional fundada en 1919 con el fin de extender la lucha soviética a todo el mundo. No obstante, una nueva división surgió cuando el régimen soviético liderado por Iósif Stalin comenzó una feroz persecución contra sus opositores. Así, en 1938, León Trotsky, perseguido por Stalin, fundó la Cuarta Internacional en 1938 que finalmente se escindió en 1953 y 1963, debilitada tras el asesinato de su fundador. Hoy en día, gran parte de los partidos socialistas se reconocen como miembros de la Quinta Internacional.
Características
Aunque las divisiones de las Internacionales nos den cuenta de la existencia de diversos tipos de socialismo, si tomamos como referencia las ideas de Marx, su principal pensador, podemos señalar las siguientes características.
En primer lugar, el socialismo promulga el control obrero de los medios de producción y la propiedad comunitaria de la distribución. Sin embargo, plantea que la revolución proletaria debe hacerse en etapas, es decir que primero los obreros deben tomar el Estado para que este se encargue de la regulación de los mercados, hasta tanto se eliminen las clases sociales y sea posible implantar una economía plenamente comunista.
Por lo mencionado, otra característica del socialismo es que establece la centralización estatal de la producción, la distribución y el consumo mediante una planificación rigurosa de la economía con el fin de garantizar la igualdad social. Así, se busca producir solo lo necesario para evitar los excedentes y la acumulación. De esta forma, en un sistema socialista, no existe la competencia mercantil ya que el mercado no se rige por el libre juego de la oferta y la demanda. El objetivo principal es garantizar el acceso igualitario a los bienes y servicios.
Finalmente, otra característica del socialismo es que, al considerarse un movimiento universal, se opone a los nacionalismos, entendiéndolos como garantes de la reproducción del capitalismo. Según Marx, las banderas nacionales terminan por unir a burgueses y proletarios frente a un “otro” nacional, olvidando así las diferencias entre ambas clases. Por esa razón, el pensador propuso la unión de los proletarios del mundo para terminar con el capitalismo.
Ejemplos
Estos son algunos ejemplos de Estados que han adoptado las premisas del socialismo propuesto por Marx:
• Unión Soviética: nacida a raíz de la revolución socialista de 1917, puso fin al Imperio Ruso y estableció un sistema político-económico de centralización estatal con foco en los soviets. Sin embargo, el ascenso al poder del líder Iósif Staltin significó un retroceso en los derechos políticos de los soviéticos encarnando una feroz represión contra sus opositores. Es de destacar que la Unión Soviética fue uno de los dos bloques que encabezó la Guerra Fría por la cual se enfrentaron durante cuarenta años los sistemas capitalista y socialista. La Unión Soviética fue finalmente disuelta en 1991.
• República Popular China: surgida en 1949 bajo el liderazgo de Mao Tze Tung, tuvo una fuerte incidencia en el socialismo asiático. Esta República, que aún perdura hasta la actualidad, ha realizado reformas económicas por las cuales estableció la economía socialista de mercado, es decir, un sistema que defiende la propiedad pública pero el Estado ingresa en el mercado, es decir, en la competitividad capitalista. Hoy en día es uno de los países con mayor crecimiento económico a nivel internacional.
• República de Cuba: el socialismo fue implantado en la isla a partir de la Revolución liderada por Fidel Castro que tuvo lugar en 1959. El Partido Comunista aún gobierna en el país desde el triunfo de la Revolución mediante un sistema de partido único.