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Definición de Sistema Muscular esquelético, cardíaco, y liso

Tatiana Bengochea
Lic. en Ciencias Biológicas

El sistema muscular es un conjunto de órganos y tejidos del cuerpo que, junto con el sistema esquelético, y bajo el control del sistema nervioso, permite la movilidad del organismo, el mantenimiento de la postura corporal y su interacción con el ambiente que lo rodea. También, ciertos músculos del sistema muscular, en asociación con el sistema digestivo, cardiovascular, respiratorio, y reproductor, por ejemplo, permiten la realización de diferentes actividades funcionales que son clave para el mantenimiento de la vida.

El sistema muscular está formado por tres tipos diferentes de músculos, que presentan distintas características y funciones dentro del organismo. Estos son el músculo esquelético, el músculo cardíaco y el músculo liso. Sin embargo, comparten algunas características como su capacidad de contraerse y relajarse frente a estímulos nerviosos gracias a las proteínas contráctiles que forman parte de todas las células musculares.

Músculo esquelético

Como su nombre lo indica, los músculos esqueléticos son los que se encuentran en estrecha relación con los huesos y las articulaciones a través de los tendones, y permiten controlar sus movimientos. También se puede encontrar tejido muscular esquelético en zonas específicas del cuerpo, como las que controlan los movimientos de los ojos, la lengua, la faringe, la parte superior del esófago y una porción del diafragma.

Se trata de un tipo de músculo que se denomina ‘’estriado’’ porque cuando el conjunto de las fibras musculares (células musculares) que lo forman se observan bajo el microscopio, se ven bandas transversales características. Estas estrías se forman por la disposición especial que adoptan las proteínas actina y miosina dentro de ellas, que son las proteínas fibrosas que permiten la contracción muscular cuando se superponen unas sobre otras. Las células que forman el músculo esquelético, denominadas miocitos, se caracterizan, además, por ser alargadas (forma cilíndrica), tener múltiples núcleos periféricos y disponerse en haces paralelos.

El músculo esquelético se puede contraer y relajar a voluntad, lo cual permite el movimiento corporal. En esto participan las inervaciones de neuronas motoras del sistema nervioso somático.

Músculo cardíaco

El músculo cardíaco es estriado, al igual que el músculo esquelético. Pero a diferencia de este, sus contracciones son involuntarias, es decir, no podemos controlarlas conscientemente (no de manera directa como ocurre con el músculo esquelético). Esto es así porque sus células están inervadas por neuronas del sistema nervioso autónomo, en lugar del somático.

Se encuentra conformando las paredes del corazón y es responsable del bombeo de este para la distribución de la sangre hacia todo el organismo.

Las células del músculo cardíaco son ramificadas, tienen un solo núcleo central, y son más cortas que las del músculo esquelético. También se disponen formando haces regulares y paralelos. Una característica importante de estas células es que están estrechamente adheridas unas a otras y poseen uniones comunicantes (nexos) que permiten el pasaje de moléculas señalizadoras entre las células contiguas, de modo que actúen en armonía como un todo, condición importante para mantener una contracción cardíaca regular.

Músculo liso

El músculo liso no presenta las estriaciones características del músculo esquelético y cardíaco (aunque también tienen miosina y actina en su interior), y al igual que en el caso del músculo cardíaco, no podemos controlar sus contracciones de forma voluntaria. Su contracción y relajación es más lenta que en los casos anteriores, pero puede ser más prolongada. Se encuentra controlada por inervaciones de neuronas del sistema nervioso autónomo, como así también por señales hormonales y estímulos mecánicos.

Podemos encontrar músculo liso revistiendo las paredes de diferentes órganos corporales, como son la vejiga, los órganos que forman el tubo digestivo, los vasos sanguíneos, y el útero, por ejemplo. En estos órganos, contribuye a la realización de las diversas funciones que tienen. Por ejemplo, las células musculares que revisten los vasos sanguíneos están implicadas en el control de la presión arterial y la velocidad del flujo.

Las células que forman el músculo liso son alargadas, tienen un solo núcleo en el centro y no se encuentran tan organizadas en haces paralelos como ocurre en los dos tipos musculares mencionados anteriormente, sino que también pueden formar láminas. También tienen uniones comunicantes que permiten que iones y moléculas pequeñas pasen de una célula a otra y regulen la contracción de todo un conjunto de células musculares lisas.

Importancia del sistema muscular

La importancia del sistema muscular radica principalmente en la relación del organismo con el ambiente que lo rodea.

Como vimos, algunos movimientos que puede realizar el organismo gracias al sistema muscular se relacionan con la locomoción del mismo, es decir, con el desplazamiento. Por ejemplo, los músculos esqueléticos nos permiten caminar, correr, saltar, nadar, etc.

Otros movimientos se relacionan con la interacción sin desplazamiento, como pueden ser las contracciones musculares faciales que nos permiten abrir y cerrar los ojos, modular cuando hablamos, masticar cuando comemos, tragar agua, tomar un objeto con la mano, mover los ojos para leer, escribir, y podríamos seguir numerando infinidad de ejemplos. Además, nos permite mantenernos erguidos, aunque estemos quietos.

Por último, hay movimientos musculares que contribuyen a la funcionalidad del organismo y al mantenimiento de la vida, como pueden ser las contracciones de los músculos intercostales que permiten la realización de la respiración por parte de los pulmones. Otro ejemplo de esto es, ni más ni menos, las contracciones del corazón que permiten bombear la sangre hacia todo el resto del cuerpo, como así también los músculos viscerales que se contraen de forma involuntaria y permiten, por ejemplo, que se produzca la motilidad en el intestino para que se desplace el alimento por el tubo digestivo.

Referencias bibliográficas

• Suárez, H. & Espinoza, A. M. (2002). ‘’Nutrición’’. En ‘’Biología | Polimodal - El organismo humano: funciones de nutrición, relación y control’’ (Libro 2) Buenos Aires: Longseller.

• Curtis, H. y Cols. (2008). ‘’Biología’’. Séptima edición. Buenos Aires: Médica Panamericana.

• Didáctica, Enciclopedia Temática Ilustrada. Tomo 2, ‘’El Hombre’’. Editorial Oriente S.A.

• Ross, M. H. & Pawlina, W. (2012). ''Histología''. Buenos Aires: Médica Panamericana.

Autora

Escrito por Tatiana Bengochea para la Edición #102 de Enciclopedia Asigna, en 08/2021. Tatiana es Lic. en Ciencias Biológicas y Prof. en Biología. Graduada en la UBA, Arg.