La adquisición de productos y/o servicios, así como la fabricación, desarrollo y presentación de los mismos dentro de un alineamiento en una sociedad conforman el concepto de Sistema Económico. De este modo, puede adoptar diversas formas, dependiendo del país y el momento histórico que se refiera, pero lo cierto es que en la actualidad los países que se inclinan por una economía de libre mercado son los más prósperos y eficientes en la producción y asignación de recursos. Esto de ningún modo significa la claudicación absoluta la existencia de regulaciones por parte del estado, pero sí un reconocimiento al papel fundamental que la iniciativa privada tienen en las mejoras de la sociedad.
Así, una economía de mercado libre parte del presupuesto de que se funda en leyes naturales. Así, por ejemplo, la búsqueda de beneficio es una inclinación de todo hombre y para ello deberá generar beneficio a terceros; asimismo la competencia tenderá a asignar eficientemente económicos. Esto conlleva a una ordenación autónoma del sistema, la célebre “mano invisible”, concepto que fue harto debatido pero que aún tiene vigencia; una formulación más cercana en el tiempo la transmitió Hayek al referirse a un “orden espontaneo” que surge de individuos de la búsqueda del interés propio; este orden siempre superaría a cualquier orden fundado en una planificación.
Por otro lado, tenemos a una economía planificada o centralizada. En este caso, la producción y distribución de bienes está dirigida por el estado, que decide que es lo que conviene producir y en qué medida. Para Hayek, este tipo de organización lleva inevitablemente a problemas de eficiencia en la medida en que es imposible que el estado en general y un grupo de técnicos en particular puedan procesar toda la información requerida para propiciar una buena asignación de recursos. El problema de una economía centralizada es la falta de detalle en la información procesada.
Existe también una propuesta intermedia entre las posturas señaladas. Esta orientación señala que la eficiencia económica plena se alcanza cuando los bienes y servicios los provee tanto el ámbito privado como el público. La condición de Samuelson o relación optima entre producción de bienes privados y públicos pretende dar cuenta de este escenario.
Más allá del enfoque que pueda aludirse, lo cierto es que la historia ha ido dejando de lado a toda organización económica que pretenda ser centralista. En ese sentido las observaciones de Hayek parecen estar en lo correcto. Lo que hoy se discute es hasta qué punto la intervención del estado puede tener efectos beneficiosos en la economía.