Se denomina seguridad a la circunstancia de verse libre de circunstancias adversas o de incertidumbre. La seguridad puede referirse desde muchos puntos de vista, dependiendo del contexto desde el que se la mencione. Así, puede hablarse de seguridad ambiental, seguridad laboral, seguridad con respecto a ilícitos, etc. La seguridad es una de las condiciones por las cual el hombre puede desarrollar su existencia en un ámbito de armonía. No obstante, existen circunstancias especiales en donde la conducta humana es capaz de dejar de lado la certidumbre y asumir riesgos; en estos contextos, a pesar de lo visto exteriormente, lo buscado suele ser el alcanzar un beneficio mayor.
La evocación más natural cuando se habla de seguridad se relaciona con las fuerzas dependientes del sector público que deberían garantizar un mínimo orden social. Así, puede evocarse al rol de la policía, del ejército, etc. Todas estas son variantes que utiliza el estado en el objetivo de lograr cierto grado contrapeso contra hechos ilícitos. También puede evocarse al rol que el sistema jurídico tiene de garantizar justicia y un elemento imparcial de arbitraje ante conflictos entre particulares. No obstante todas estas expresiones del estado son poca cosa comparado con la necesidad que de seguridad que una persona puede tener. En efecto, la seguridad es un concepto que va mucho más allá de estas circunstancias y genera condiciones para que una sociedad se cimente.
Un concepto típico para dar cuenta de esta circunstancia es el efecto negativo que un sistema político inestable tiene en la economía. En efecto, los capitales tienden a moverse allí donde se les garantice una relación razonable entre riego y beneficio. Si cada vez que se produce un cambio en un gobierno se reformula por completo la política económica, eta circunstancia será vista como un factor de incertidumbre y afectará negativamente la inversión externa. Por el contrario, si existen políticas de estado independientemente de la fuerza que gobierne, si puede garantizarse cierta previsibilidad en las acciones que un estado tome, esta circunstancia tenderá a generar inversiones por el hecho de reducir significativamente el riesgo.
No obstante, como hemos visto, existen ocasiones en donde la toma de riesgos, y por ende, el abandono de seguridades, se hace a sabiendas. Cuando esto sucede, lo que se espera es obtener un grado de beneficio mayor que justifique esa circunstancia. Así, por ejemplo, puede prestársele a un deudor que ha incumplido sus pagos si la tasa de interés es lo suficientemente abultada como para justificar esta acción. Este ejemplo extraído del mundo de las finanzas es perfectamente aplicable a toda circunstancia.