Podemos decir, en principio, que la salud se define como la ausencia de enfermedad, es decir, cuando no tenemos ningún mal o afección que afecte nuestro organismo, nuestro cuerpo: estamos sanos, estamos saludables.
Pero vamos a ir un poco más allá, y diremos también que el término salud, que deriva del vocablo en latín salus, refiere a un estado de total bienestar en la persona. Además, la salud es el objeto de estudio de la ciencia de la medicina, con sus numerosas ramas y disciplinas diversas, además de englobar también a la industria farmacológica, encargada del desarrollo de diferentes «medicamentos» para palear diversas afecciones.
Vemos así que el segundo concepto que presentamos de salud es un poco más amplio que el mero hecho de no padecer enfermedades. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que la salud es un completo estado de bienestar que incluye tres ámbitos o factores: físico, mental y social.
Incluso, algunos años después, en 1992 –lo anterior data del año 1948- un integrante de esa organización global reconoció que también la armonía con el ambiente natural es parte de ese estado de bienestar de la persona. Es decir, no podemos sentirnos saludables si a una cuadra de nuestra casa, hay una fábrica que arroja grandes cantidades de humo a través de varias chimeneas que tiran ese humo al exterior: podemos no tener afecciones o no sentir ningún malestar, dolor o afección, pero el ambiente en el cual estamos inmersos claramente no es saludable, y tarde o temprano, eso impactará en nuestro organismo, y de manera probable, podemos sí en ese momento comenzar a registrar afecciones o malestares.
Por eso, para cuidar nuestra salud, ese tan preciado estado de bienestar corporal, físico y mental que nos permite a su vez estar en armonía con los demás individuos, podemos llevar adelante una serie de acciones que cubren o protegen dicho estado armónico y equilibrado de nuestro cuerpo y su relación con el entorno social y natural. Una de esas acciones es el ejercicio físico, que muchos profesionales recomiendan al menos media hora diaria de ejercicio para no entrar en un estado sedentario (nulo de actividad física). Por otra parte, es muy importante también la nutrición, lo cual no significa comer poco, sino comer cantidades necesarias y de alimentos que nos aporten vitaminas, proteínas y otros nutrientes que nos permiten mantener saludable nuestro organismo, como la leche o los lácteos que nos aportan calcio esencial para la salud de los huesos.