La percepción del ritmo se manifiesta cuando nos encontramos ante una serie de acontecimientos. Los movimientos de los bailarines, deportistas o la combinación de algunas imágenes nos sugieren un cierto ritmo, porque en ellos captamos un componente armonioso. Sin embargo, es en la música donde el ritmo adquiere su pleno sentido.
El ritmo musical se forma por la combinación de varios factores: el tempo que marca la velocidad, el pulso como unidad de percepción, el acento que se origina a partir de los pulsos y el compás que combina los pulsos y los acentos. La interacción de todos estos elementos crea un sonido más o menos armonioso que produce lo que denominamos como ritmo musical.
En el momento de percibir sonidos, nuestro aparato auditivo comunica al cerebro una información, que es asimilada porque clasificamos los sonidos en bandas de frecuencia. Así, hay una estructura neurobiológica que capta el sonido y su dimensión rítmica. Se trata de algo innato, pero la educación musical permite perfeccionar esta capacidad.
El efecto rítmico de la música provoca una reacción en el organismo humano. De hecho, los latidos del corazón se activan a partir del ritmo de una pieza musical. Este fenómeno ha sido estudiado por algunos psicólogos, han investigado las reacciones del cuerpo y sus movimientos en función del ritmo que se escucha.
Según algunos estudios, la duración de los sonidos y el acento son esenciales en la formación del ritmo musical y ambos se presentan a través de una estructura melódica. Si los intervalos musicales son dispersos y aleatorios, se produce lo contrario del ritmo, es decir, la arritmia.
Si bien el ritmo musical es algo genuino del ser humano, algunos etólogos han estudiado el sentido del ritmo en algunos animales. Y han comprobado que la elaboración de cantos en los pájaros obedece a una estructura cerebral que les predispone a crear efectos sonoros rítmicos. Se han hecho experimentos con bonobos y se ha puesto de manifiesto su elevado sentido del ritmo, lo cual no es extraño pues su ADN es un 98% idéntico al del ser humano.
La capacidad rítmica de algunos animales nos recuerda que el cerebro del ser humano ha desarrollado grandes capacidades, pero comparte aspectos funcionales con el cerebro de otros especies. Y las reacciones de animales y humanos ante el ritmo musical ponen de relieve que la evolución es el mecanismo de la naturaleza que comparten todos los seres vivos, aunque solamente nosotros sepamos bailar al ritmo de la música.