Desde mediados del siglo XX, en Argentina se consolidó y tomó fuerza el movimiento peronista. El mismo estableció un modelo político-económico de tipo nacional y popular, lo cual implicó otorgar un mayor protagonismo a la clase obrera en la escena política. De esta forma, el peronismo contó con un amplio apoyo de las masas y, a su vez, con la fuerte oposición de los sectores conservadores.
Para septiembre de 1955, los militares con el apoyo de la oposición, provocaron la caída de Perón mediante un golpe de Estado y comenzaron a avanzar con la autodenominada “Revolución Libertadora”. Si bien en un principio asumió el poder el general Lonardi, quien buscaba continuar con las políticas peronistas pero sin Perón, rápidamente fue derrocado por un golpe palaciego y asumió el poder el general Aramburu, representante del sector que entendía que la solución al “problema” del peronismo implicaba la eliminación del mismo. Así fue que se tomaron diversas medidas para lograr la desperonización de las masas y el movimiento peronista pasó a la clandestinidad.
Contexto histórico-político
En la Argentina del siglo XX se estableció un mecanismo por el cual las Fuerzas Armadas asumieron el rol de garantes del poder político. De esta forma, se asistió a un ciclo de períodos democráticos interrumpidos por golpes de Estado recurrentes.
Asimismo, desde 1945 surgió un movimiento nacional y popular llamado “peronismo” impulsado por Juan Domingo Perón. Se trató de un movimiento político que generó un crecimiento de la clase obrera, a la vez que garantizó el acceso a bienes y servicios que los trabajadores antes tenían vedados. Por consecuencia, ello generó un gran apoyo de las masas hacia Perón. Paralelamente, también surgió y se expandió el antiperonismo representado fundamentalmente por la Unión Cívica Radical, la iglesia católica y parte de las Fuerzas Armadas.
Si bien el antiperonismo surgió junto con el peronismo, a medida que transcurría el gobierno de Perón, la oposición se iba acrecentando. De hecho, hubo un intento de golpe de Estado en 1951, un atentado a la Plaza de Mayo en 1953 que dejó un saldo de 6 muertos, y el bombardeo del 16 de junio de 1955 a la Plaza de Mayo que provocó la muerte de 365 personas y dejó al menos 800 heridos.
Fue en ese contexto que, el 16 de septiembre de 1955, un grupo liderado por el teniente general Eduardo Lonardi, dio inicio a un golpe de Estado en la ciudad de Córdoba. Los sectores antiperonistas apoyaron este golpe e incluso se extendieron “comandos civiles” que realizaron actos de terrorismo para deponer al presidente elegido democráticamente. Ante la escalada de violencia, el 23 de septiembre, Perón renunció y se refugió en el exilio. A partir de ese momento, se instaló el gobierno de facto de la autodenominada Revolución Libertadora.
Resumen del accionar de la Revolución Libertadora entre Lonardi y Aramburu
El 23 de septiembre de 1955 se instaló el gobierno de facto de Eduardo Lonardi que se autoasignó el cargo de “presidente” y asumió la suma del poder público ya que disolvió el Congreso e intervino el poder judicial. Asimismo, se expulsaron a los gobernadores peronistas de las provincias.
Si bien el golpe militar tuvo el apoyo de todos los sectores antiperonistas, lo cierto es que el gobierno de Lonardi solo contaba con el apoyo de los militares nacionalistas y de los católicos que buscaban llevar a cabo un “peronismo sin peron”, es decir que no estaban en contra de los preceptos peronistas pero sí del enaltecimiento de la figura de Perón. Esta postura no era apoyada por los partidos antiperonistas, la Marina y el Ejército, sectores que buscaban una desperonización de la sociedad, la aplicación de un proyecto económico liberal y la restricción de la actividad pública.
De esta forma, el 13 de noviembre del mismo año, se le realizó un golpe palaciego a Lonardi, quien renunció y fue reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu. Una vez en el poder, Aramburu suplantó a los funcionarios nacionalistas y populistas de Lonardi y comenzó a aplicar diversas medidas para lograr la ansiada desperonizacion de la sociedad. Así, una de las primeras medidas fue la proscripción del peronismo. De hecho, estaba prohibido mencionar a Perón y a Evita. Asimismo, se intervino la CGT y se encarceló a sus dirigentes.
A su vez, este proceso estuvo acompañado por la represión hacia los opositores y, en ciertos casos, el fusilamiento hacia los mismos, lo cual le valió el nombre de Revolución Fusiladora por parte de los sectores peronistas. Fue en este contexto que, al estar prohibido, el peronismo pasó a la clandestinidad en comandos de la llamada “resistencia peronista”.
Tres años después del golpe, se buscó una salida democrática, pero de forma condicionada, ya que el peronismo continuaba proscripto. De esta forma, triunfó el candidato del radicalismo, Arturo Frondizi, quien también sería derrocado por un golpe de Estado a los cuatro años de haber asumido.
Referencias bibliográficas
Smulovitz, C. (1991). En búsca de la fórmula perdida: Argentina, 1955-1966. Desarrollo Económico, 31(121), 113–124.Mazzei, D. (2017). Lucha facciosa, autonomía e influencias externas en las Fuerzas Armadas argentinas en la segunda mitad del siglo XX. Revista Paginas, 9(19), 34-52.