- Titanomaquia (duró 10 años)
- Mito de Prometeo
- La venganza de Zeus
Su nombre significa previsor. Sus padres fueron, Japeto, y su madre la ninfa de mar Climene. Sus hermanos también fueron titanes: Atlas, Epimeteo y Menecio.
Tuvo un hijo llamado Deucalión que sobrevivió a una tremenda inundación mientras navegaba su barco. Estuvo a la deriva durante nueve días, y con la asistencia de su esposa, superaron la situación y fundaron la raza humana, según cuenta uno de los mitos más populares de la prolífica Mitología Griega.
En la mitología griega los titanes eran una poderosa raza de dioses que habían gobernado en la legendaria edad dorada, la cual, a instancias de los griegos, consistió en un tiempo ideal o utópico, situado a comienzos de la humanidad y en la que ésta última se mostraba pura e inmortal. En tanto, Prometeo, perteneciente a la segunda generación, fue uno de los titanes más populares de la mitología griega; se lo consideraba amigo de los mortales y era honrado especialmente por robar el fuego de los dioses en el tallo de una cañaheja (planta) para luego entregárselo a los hombres para que lo empleen a piacere. Por tal acción, Prometeo, fue venerado por los hombres pero por otro lado fue duramente castigado por el dios de dioses Zeus.
Lideró la facción de los Titanes que se enfrentaron a los dioses olímpicos, comandados por Zeus, en la batalla para dominar el cielo.
Se cambió de bando cuando su grupo se negó a aplicar sus intrigas, para ganar la contienda, y se pasó al grupo de los dioses.
Los dioses le encargaron a él y a su hermano Epimeteo, que distribuyesen adecuada y equitativamente las cualidades a los seres vivos, para que cada uno de ellos pudiese sobrevivir conforme. Una vez que los dioses crearon los diversos linajes de los animales.
Epimeteo tomó a su cargo dicha distribución y lo hizo de modo ciertamente equilibrado y justo, no dejando nada librado al azar, para que ninguna especie viese comprometida su continuidad.
Así, a quienes les otorgó fuerza, no les dio velocidad, a los que les concedió armas de defensa no les otorgó la capacidad para que puedan sobrevivir sin ellas, y les dio la capacidad a quienes no les dio esas armas.
También, le dio comida a cada una de las especies, y los proveyó de pieles para combatir las inclemencias del clima.
Sin embargo, el trabajo de Epimeteo lejos estuvo de ser perfecto, porque se olvidó del género humano. Se consumió todas las cualidades y dones en los animales y a los hombres los dejó desprovistos de todo.
Al advertir esta situación, Prometeo, entró en acción, y para salvar el olvido decidió robarles, a Hefesto (dios griego del fuego y la forja), y a Atenea (diosa de la sabiduría), el fuego y la habilidad mecánica, respectivamente, para regalárselos a los hombres. Les enseñó su uso y a partir de ello se originó el arte metalúrgico que tantos avances permitió en la historia.
La habilidad mecánica le permitió al hombre crear lugares donde guarecerse, vestimentas, articular palabras, honrar a los dioses. Sin embargo, cuando decidieron agruparse en ciudades se encontraron con un gravísimo problema de convivencia que debió ser subsanado, esta vez, por el dios de dioses griegos: Zeus, quien les concedió el arte de la política, y con ella: el respeto mutuo y la justicia, a través de Hermes (dios olimpo de la mensajería).
Los hombres no son capaces de sobrevivir sin el arte mecánico y sin la convivencia organizada. Ahora bien, cabe destacar, que al hombre no le ocurre como a los animales que las cualidades que les otorgó Epimeteo están incorporadas en su estructura orgánica, sino que necesita aprenderlos.
El dios olímpico ideó un plan para que tuviese su merecido castigo y para darle una lección… le encargó a Hefesto que a partir de la arcilla crease a la primera mujer, a la cual le dio el nombre de Pandora. Se la ofreció como esposa, pero la rechazó, entonces, fue ofrecida a su hermano Epimeteo que sí la quiso.
Un día, Pandora, le entregó una caja que le había preparado Zeus. Cuando la abrió salieron expulsados todos los males y desgracias que atravesaron el mundo.
Prometeo buscó venganza y sacrificó a dos bueyes. Engañó a Zeus dándole de comer huesos y manteca, en lugar de la mejor carne. Cuando éste descubrió la trampa le ordenó al dios Hermes que lo encadene en una cueva. Un águila le devoró las entrañas a lo largo de 30 mil años, sin matarlo. El héroe griego Heracles lo liberó, asesinó al águila y le devolvió la libertad.
Arte por orensila.