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Historia/mito de Pandora

Laura Cabrera Guerrero
Historia del Arte
Pandora fue la primera mujer, modelada por el dios Hefesto, y a la que el resto de dioses olímpicos enseñaron y dotaron de diferentes capacidades. La curiosidad de la joven provocó terribles consecuencias en el mundo. Arte por matiasdelcarmine.
  • La venganza de Zeus. La bella creación de Hefesto.
  • Zeus (el rey de los dioses) se enfada como nunca antes con Prometeo, un titán. Este, siempre amigo de los mortales, quería ayudarlos a llevar una vida más digna y cómoda, con algunos avances indispensables. Prometeo robó del Olimpo la llama sagrada e introdujo el fuego a los humanos, que primero reaccionaron aterrados al ver las llamas, hasta que la curiosidad venció al miedo, al prejuicio, y quedaron fascinados por el fuego. Comprendieron que domesticado, controlado, el fuego podía ser un arma, un aliado.

    Prometeo fue viajando de una aldea a otra, donde no sólo les enseñaba el fuego, sino también cómo cocinar, fabricar utensilios de arcilla…les abrió un abanico de posibilidades.

    Al ver Zeus desde el Olimpo como el fuego sagrado se había extendido entre todos los humanos, se sintió terriblemente traicionado por Prometeo y decidió actuar. Del titán se ocuparía más tarde, Zeus se devanó los sesos decidiendo cómo haría pagar a los humanos por su osadía al apropiarse del fuego y tratar de llevar una vida similar a la de ellos, los Olímpicos. Fue entonces cuando se le empezó a formar una idea en su cabeza.

    En primer lugar, ordenó a Hefesto (el dios de la fragua) que moldeara a un ser humano mediante el barro, en este caso sería una mujer. Hefesto se fijó en las hermosas diosas olímpicas: su mujer Afrodita, su madre Hera, la diosa Atenea… y creó a una joven y bella mortal. Tras su creación, el resto de dioses aportaron su granito de arena para dotar a esa joven de diversas capacidades: Atenea le enseñó a bordar y la vistió con un hermoso traje, Hera le enseñó a mantener la compostura, a tener aplomo. Y Hermes le enseñó las artes del engaño, a despertar su ingenio y curiosidad. Además, fue este dios el que le dio su nombre: Pandora (del griego Πανδώρα, que significa <>). Por último, el propio Zeus le entregó un regalo: se trataba de un recipiente que contenía… secretos, nadie sabía qué había dentro. Zeus le dijo que jamás debía abrirlo. Este objeto era en realidad una bella ánfora decorada con diferentes dibujos, y no una caja como se suele pensar, el motivo de este error se debió a un error de traducción, ya que en griego ‘ánfora’ (pithos) y ‘caja’ (pyxis) son muy similares etimológicamente.

  • La prometida de Epimeteo
  • Una vez que Zeus le hubo entregado este misterioso regalo, Hermes se llevó a Pandora a una bella casa de piedra, el hogar de Prometeo y su hermano, Epimeteo. Este último pasaba casi todo el tiempo solo en la casa, pues Prometeo seguía viajando ayudando a los humanos. Aunque antes de partir, advirtió a su hermano que fuera prudente y no aceptara ningún regalo que viniera del Olimpo, pues Prometeo sabía que Zeus se habría enfadado enormemente con él.

    Hermes picó suavemente a la puerta, y Epimeteo fue a abrir sorprendido, pues nunca recibía visitas. Cuando abrió la puerta, se quedó anonadado. En el exterior se encontraba el dios mensajero, y a su lado la muchacha más bella que había visto nunca. Hermes le presentó a Pandora, la que sería su futura esposa.

  • La boda: El inconveniente del ánfora
  • Epimeteo decidió organizar la boda rápidamente, pues sospechaba que su hermano no estaría a favor de esta unión, al provenir Pandora del Olimpo.

    Se casaron felices, muy enamorados el uno del otro. Pasaba el tiempo y Pandora, pese a ser muy feliz con su marido, sentía que algo le molestaba, algo le reconcomía por dentro. Era, qué sorpresa, la ánfora. Desde que había llegado al que ahora era su hogar, la había dejado en el dormitorio, como simple decoración. Pero Pandora deseaba con todas sus fuerzas abrirla, descubrir cuáles eran aquellos secretos que escondía dentro. Se debatía sabiendo que había prometido no abrirla, pero la curiosidad que le había inculcado Hermes era demasiado fuerte.

    Un día, Pandora salió a su bello jardín y cavó un agujero en la tierra donde guardó el ánfora. Orgullosa de sí misma, tapó el agujero y entró de nuevo en la casa.

  • La curiosidad ganó. Los males salen al mundo.
  • Pero una noche de Luna llena, Pandora no lograba conciliar el sueño, daba vueltas y más vueltas. Desde la ventana de su dormitorio, observó que la luz de la luna brillaba intensamente allí donde ella había enterrado el ánfora, que aún bajo tierra parecía ejercer poder sobre ella y llamarla. Pandora salió sigilosamente al jardín y desenterró el ánfora con sus manos desnudas. No lo soportaba más, la curiosidad había ganado. Giró la tapa hasta que esta cedió, sin apenas esfuerzo. Y entonces lo notó.

    Terribles criaturas voladoras salían del ánfora a toda velocidad, liberadas al fin, profiriendo chillidos que helaban la sangre. Algunas mordieron a la joven Pandora, otras le picaban…ella gritó aterrada y con todo el valor y fuerza que pudo reunir en el momento, logró cerrar la tapa.

    Pero era demasiado tarde, la joven había liberado los males del mundo, estos eran: las penalidades, el dolor, las enfermedades, las mentiras, las disputas, la violencia, la miseria…todas esas criaturas vagarían por siempre en la tierra, tocarían a los hombres.

    Aunque había algo que Pandora desconocía, y es que al cerrar el ánfora, había dejado a una última criatura en su interior, atrapada y deseosa de salir como el resto, esta era Elpis, la Esperanza.

    El propósito de Zeus se había cumplido.

  • Iconografía y frases populares
  • En el arte, Pandora siempre será representada como una bella y joven muchacha, a punto de abrir una caja (y no el ánfora).

    Además, el mito de Pandora ha aportado frases populares que utilizamos a menudo como son “abrir la caja de Pandora”, refiriéndonos a realizar un acto que traerá consecuencias negativas, o “la esperanza es lo último que se pierde”, que hace referencia al final del mito y como la esperanza es lo único que queda atrapado en el ánfora.

Autora

Escrito por Laura Cabrera Guerrero para la Edición #11 de Enciclopedia Asigna, en 03/2012. Laura es estudiante avanzada en la carrera de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona. Aficionada a leer y escribir sobre la historia, el arte, la mitología, la música y la literatura.