Para iniciar y dar una definición certera, diremos que la palabra “prólogo” etimológicamente viene del griego, en dos términos: pro (a favor) y logos (discurso); o sea, que un prólogo es un discurso o comentario a favor de una obra escrita. El prólogo, en este sentido, se refiere a un libro, y tiene el objetivo de servir como guía o presentación al texto, para que el lector tenga más contexto de carácter descriptivo antes de leerlo.
En caso de hallar una idea con la cual no esté de acuerdo, entonces el prologuista debe justificar muy bien su perspectiva, mostrar ejemplos o tener las suficientes analogías para poder indicarlas en el prólogo y que el lector, a su vez, pueda adoptar un papel concluyente del texto que va a leer.
El prólogo, como bien se puede deducir, viene en el inicio del libro, como un apartado principal para abrir la puerta a la lectura. Muchos estudiantes obtienen del prólogo información notable, ya sea del autor de una obra o de algún tema (tópico) para exponerlo, discutirlo y así armar un nuevo discurso. De ahí la gran utilidad de leer y concentrarse en el prólogo. Para un lector formal, el prólogo sirve para contrastar ideas, sobre todo si ya se ha leído otra obra del autor, porque el prólogo le ofrece datos novedosos o que reafirman su opinión.
El autor de un prólogo es un especialista, ya sea por experiencia académica o por su acercamiento puntual al libro. El autor de un prólogo se llama prologuista.
Elementos esenciales del prólogo
• Carácter analítico: Esto consiste en que el prologuista observa detalles de la obra, para denotar su dominio de la misma y así puede detallar, ver elementos sueltos para describirlos bien antes de dar un cierre como conocedor de la obra.
• Temática flexible: Esto significa que el autor del prólogo parte de su propia interpretación (lo que algunos llaman “subjetividad”) hacia la obra escrita que están prologando.
• Extensión libre: Porque el autor del prólogo, al apropiarse de las ideas del libro, tiene la libertad de ser muy conciso o muy detallado, de ahí que el prólogo a veces se convierte en un ensayo, en un análisis o a veces en una simple presentación.
• Tercera persona: Es recomendable que se escriba como si el prologuista fuera un lector, precisamente para dar mayor matiz o énfasis a sus comentarios; por ejemplo:
“En esta obra, el autor se atreve a dar en el punto certero de la sociedad actual”.
Como se ve en la oración entrecomillada, está en tercera persona como desde un punto de vista “desde afuera” de la obra, por lo que su juicio resalta como argumento sólido. La tercera persona es “ella o él” que redacta.
Ya antes vimos cuál es el objetivo del prólogo. Pero también podemos indicar cuál puede ser el punto de partida para redactarlo y así hallar la persona idónea para ser el prologuista de una obra.
Tipos de prólogo
Es conveniente ver cuál es la tipología (o sea, los diversos estilos para redactar un prólogo), que para fines de exposición podemos resumir en tres.
Prólogo editorial: se da por parte de la empresa que edita la obra; por lo general, emplea un lenguaje conciso; se aplica esencialmente en textos que antes no se habían publicado o que tienen el matiz de clásicos, por la cantidad de ediciones o por la fama del autor en el transcurso del tiempo.
Prólogo analítico: como arriba se señaló, este tipo de prólogo describe detalles, va por partes para exponer las cualidades de la obra; el prologuista requiere conocerla, dar argumentos válidos para ser la guía previa hacia el lector.
Prólogo de autor: en este tipo de prólogo, el prologuista es ya un escritor que presenta la obra de un colega; puede ser por su conocimiento de la obra o de la época, porque es contemporáneo del autor del libro o porque la editorial considera su fama como buen merecimiento para que sea el prologuista.
Por lo anterior, podemos afirmar que el prologuista no solamente es el lector que invita a otro lector a que lea, sino además muestra favorablemente todo lo que considera valioso, desde su experiencia, de la obra que presenta por medio del prólogo. El prologuista es el primer lector que, como antes se mencionó, está encargado de abrir la puerta a los futuros lectores de la misma obra.
Por tanto, es altamente recomendable que el prologuista deba tener muchas notas previas y hasta hacer una investigación para poder crear y redactar sus ideas en el prólogo.