Cada religión es un conjunto de creencias que tienen sus partidarios en relación con una divinidad y unos libros considerados sagrados. Estas creencias se concretan en tradiciones y rituales, que se realizan periódicamente y que tienen un significado concreto. Una de los costumbres que se manifiestan en la mayoría de religiones es la ofrenda. Consiste en la acción de ofrecer algo a una figura que representa una divinidad o un santo. Esta acción tiene normalmente un sentido simbólico. Es una manera de expresar un sentimiento, generalmente de agradecimiento al elemento que recibe el regalo.
Las personas creyentes rezan y se comunican con su Dios y con quienes simbolizan su fe ( figuras de vírgenes, santos, mártires, cruces u otros elementos ). Esta comunicación es muy personal y cada uno la vive de una manera íntima. Es habitual que el creyente espere algún tipo de intermediación del símbolo que venera ( por ejemplo, el cuadro de un santo por el cual siente una gran devoción ). Si transcurrido un tiempo, la petición se ha cumplido, se realiza una ofrenda que se deposita en el lugar donde está el símbolo al que se atribuye su participación. Pongamos un ejemplo. Un católico tiene una gran fe en la Virgen que hay en su pueblo. Con frecuencia le reza. Como tiene un problema de salud que le preocupa, se dirige a su Virgen con la esperanza de solucionar su enfermedad. Transcurrido un tiempo, el padecimiento desaparece y esta persona considera que ha sido la Virgen quien le ha curado. Para agradecerle su curación, se dirige a la imagen que representa a la Virgen y deposita un ramo de flores. Las flores son la ofrenda, un regalo destinado a dar las gracias.
Hay ofrendas colectivas y se llevan a término en el contexto de una festividad religiosa. Una gran cantidad de personas se reúne y con una actitud respetuosa depositan algo ( casi siempre es una flor o un ramo ) junto a una imagen.
En la religión católica hay diversas maneras de realizar una ofrenda. Una de ellas es en la eucaristía ( que en griego significa dar gracias ), en la que se ofrece pan y vino como símbolo del cuerpo y la sangre de Jesucristo.
La ofrenda tiene un simbolismo y al mismo tiempo pretende lograr la bendición, ya que la divinidad que recibe el obsequio otorga un reconocimiento a la buena acción.