Se denomina objeto a un elemento percibido por los sentidos. En tanto tal, se distingue de lo subjetivo, esto es de aquel que percibe. En ciencia, el objeto refiere al aspecto de la realidad que este tipo de conocimiento toma en consideración. Durante mucho tiempo se ha debatido a nivel filosófico los límites de lo objetivo. En efecto, si la existencia puede tomarse como objeto dado el hecho de ser percibida por los sentidos cabía la pregunta sobre la veracidad o certeza que a esos sentidos podía darse. Esto ha dado a un largo debate que todavía tiene ecos en el presente. No obstante, el consenso en materia científica ha zanjado en buena medida estas discusiones, dejándolas para el ámbito de la filosofía.
Una primera aproximación a la cuestión fue llevada a cabo en la antigua Grecia. En efecto, ya desde la antigüedad se hacían conjetura en lo que respecta a los conocimientos de los sentidos. Esta circunstancia lleva inevitablemente a cuestionarse sobre el conocimiento real que tenemos de los objetos. Así, puede hacerse referencia a la “alegoría de la caverna” como una buena indicación del discurso propio de la filosofía socrática. Así, en esta, Platón nos refiere una circunstancia que puede servir de ejemplo en lo que respecta a la posición que mantiene el hombre a la hora de conocer los objetos capaces de ser percibidos. Así, se nos relatará la situación de unos hombres que atados ven la iluminación de una hoguera contra la pared. En ellas se proyectan sombras de otros hombres que están fuera de la visión de los primeros. De la misma manera puede considerarse el conocimiento obtenido por los sentidos con respecto a los objetos, puesto que es imperfecto.
Este tipo de planteos tuvo por supuesto detractores y es una manifestación de la primitiva filosofía griega. No obstante, existieron con posterioridad expresiones que fueron más allá hasta negar a la realidad objetiva. En efecto, si los objetos se aparecen al hombre por los sentidos, puede considerarse que su esencia es el hecho de ser percibido. Esta circunstancia puede parecernos alejada de nuestra intuición, pero existió y tuvo sus consecuencias en la filosofía. Así, puede remitirse al respecto a los trabajos de Berkeley. Con posterioridad, Hume agregó muchas de estas consideraciones a sus planteos, de la misma manera que Kant, pero terminó imponiéndose una perspectiva realista que concede al objeto entidad independiente de la percepción.