Todos las personas tienen algún tipo de criterio sobre lo que es bueno o malo. Esta valoración positiva o negativa es la idea principal sobre la que se fundamenta la moral.
No hay una valoración moral general, sino que existen varias maneras y enfoques de entenderla. Existe una moral de tipo religioso, de carácter humanístico, valores humanos que sirven como referencia para evaluar el comportamiento y reflexiones éticas relacionadas con la conducta de las personas. Todas estas variantes se pueden concretar en algún tipo de normas o reglas que especifican qué es lo correcto y qué es incorrecto. El conjunto de este tipo de pautas crean una moralidad. Veámoslo con un ejemplo concreto, el de la moralidad del catolicismo. El catecismo católico y la Biblia presentan una serie de propuestas o referencias morales ( por ejemplo los 10 Mandamientos o los pecados capitales ). Si una persona es católica y quiere comportarse correctamente, deberá asumir los preceptos indicados por su iglesia. Si los cumple con normalidad, se podrá afirmar que es una persona que vive de acuerdo con una moralidad, es decir, es alguien consecuente porque sus ideas y sus actos coinciden.
La moralidad es como una referencia a la hora de comportarnos. Así, hay una propuesta determinada y los que afirman ser seguidores de ella tienen la obligación de guiarse por las recomendaciones y pautas establecidas. De lo contrario, esa persona está faltando a su código moral.
Los actos que realizamos tienen normalmente un componente moral, es decir, pueden ser juzgados por otros o por nosotros mismos. Se habla de moralidad cuando se califica como bueno o malo un comportamiento. Hay acciones que de manera evidente son valoradas negativamente desde un punto de vista moral ( la violencia, la falta de respeto o la insolidaridad ). Hay actos que son bien valorados de manera general ( la generosidad, la caridad o el sacrificio por los demás ). Sin embargo, hay ocasiones en las que la moralidad de las acciones es discutible y polémica. Pensemos en un valor positivo, la tolerancia. En principio, es considerado de manera favorable, aunque podríamos hacernos la siguiente pregunta: ¿ hay que ser tolerantes con los intolerantes ? Esta pregunta es simplemente un pequeño ejemplo del complejo debate que puede haber en relación con la moralidad.
La moralidad se asocia a una actitud correcta y noble, aunque es bastante frecuente oír hablar de la doble moral, es decir, de la contradicción entre lo que se hace y lo que se dice.