Se denomina legal a toda circunstancia que se desarrolle conforme a la ley. Este tipo de situación refiere al hecho de que un determinado accionar no se opone a un tipo de legislación de un país específico. El criterio de legalidad puede ser ambiguo muchas veces, existiendo circunstancias que son motivo de discernimiento. No obstante, los distintos sistemas judiciales que las naciones ostentan se han caracterizado por desarrollar una serie de mecanismos que garantizan que este tipo de posibilidades se diriman con celeridad. De hecho, cabe señalar que no es factible para ninguna persona hacer referencia a un desconocimiento de la ley.
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha intentado tener un tipo de organización que dirima los conflictos del modo lo más satisfactorio posible. Así, en la antigüedad, un tipo de evento que era perjudicial para otra persona podía tener como consecuencia un desenlace violento. En efecto, no existía en los albores de la humanidad una forma de dirimir mediante una parte desinteresada los problemas que los individuos tenían entre sí. Es por ello que la aparición de un código jurídico fue un avance de enorme importancia para la civilización, que tenía ahora un marco de referencia para resolver sus disputas. Expresiones como la denominada ley del talión, que establecía “ojo por ojo, diente por diente”, pueden parecernos extremas en nuestros días, pero significaron una gran contribución en la medida que establecía un tipo de límite al accionar contra la persona que cometía un perjuicio para los demás. En este contexto, se buscaba lograr un marco de referencia para mantener la convivencia a salvo.
El hecho de que algo sea legal significa que se torna aceptable según las normas que una sociedad mantiene. Por supuesto, este criterio es distinto del criterio de moralidad en la práctica, porque la moralidad implica un tipo de comportamiento internalizado por el hombre, mientras que la legalidad remite a un tipo de circunstancia impuesta desde fuera. No obstante, existen algunos marcos conceptuales en donde puede hacerse un paralelismo bastante cercano entre legalidad y moralidad; un claro ejemplo es cuando hace referencia a la ley moral.
El hecho de que un tipo de procedimiento sea considerado legal implica que es anodino según los parámetros que una sociedad dicta en sus leyes. Esto significa que está en armonía con los requerimientos mínimos de convivencia que fueron pautados de antemano. No obstante, como queda dicho, siempre es posible aludir a situaciones que se encuentran en zonas grises.