Las fábulas son relatos literarios que disponen de una muy breve extensión y que se caracterizan especialmente por relatar historias, aventuras, que disponen de una enorme cuota de ficción y por presentar una enseñanza conocida popularmente como moraleja que tiene la misión de aleccionar sobre alguna cuestión.
Mayormente están destinadas al público infantil, por la sencillez del relato que ostentan y por ese espíritu aleccionador.
Desde tiempos realmente remotos, la fábula, viene acompañando a los seres humanos y en sus comienzos justamente se explotó su difusión con la intención de enseñar a los más pequeños.
Fenómenos curiosos, animales exóticos y singulares, son algunos de los objetos más comunes de las historias que relatan las fábulas.
En tanto y a propósito de las mismas, han sido muchos sus cultores y difusores, entre los que sin dudas destaca el fabulista de origen francés Jean de La Fontaine.
La Fontaine fue uno de los más reconocidos autores del género durante el siglo XVII.
Nació en la comuna francesa de Château-Thierry, un 8 de julio del año 1621.
Inclinado desde temprana edad a la literatura, de La Fontaine, encontraría inspiración en muchos colegas célebres como ser Giovanni Boccaccio y François Rabelais, entre otros.
En la obra de éstos precisamente encontró los fundamentos de gran parte de su creación literaria.
Una de las singularidades de su vasta producción es que fue tal la repercusión que cada fábula logró, que fueran varias veces editadas y siempre venían acompañadas de ilustraciones que le aportaban a la obra en cuestión una calidad única y distintiva.
Incluso, muchos colegas que lo procedieron compilaron muchas de sus fábulas aumentando aún más su presencia.
Entre sus obras más notables sobresale Cuentos Galantes, que incluso hasta fue oportunamente adaptada al cine.
Como consecuencia del aporte y el reconocimiento conseguido en su patria, en el año 1683 comienza a integrar la Academia Francesa.
Asimismo, integró un selecto grupo de dramaturgia en el cual además se encontraban: Molière, Nicolas Boileau-Despréaux y Racine.
El 13 de abril del año 1695 fallece en la ciudad de París.
Sus restos descansan en el cementerio parisino más famoso del mundo, el cementerio del Père-Lachaise.